viernes, 7 de octubre de 2011

La cualidad afectiva de las relaciones en el entorno natural humano

Abstracto

El presente estudio explora las asociaciones entre el entorno natural y los estados experienciales de sentimientos usando un método psicométrico. El entorno natural y la educación durante la infancia de los participantes (N=90) fueron investigados. El mapa de diez entornos naturales se estructuró experimentalmente en una forma ortogonal de dos componentes etiquetados como Eudemonía (sentimientos positivos) y Aprensión (sentimientos negativos).
Generalmente, los entornos más naturales tienden a ser asociados a una alta eudemonía y aprensión, y los menos, a una baja eudemonía y aprensión. Los participantes que han tenido una infancia en poblaciones rurales fueron comparados con participantes urbanos, teniendo menos aprensión; y los participantes con una mayor experiencia en entornos naturales, comparados con los participantes con menos esperiencia, demostraron una mayor endemonia y menor aprensión.
Los resultados son discutidos en relación a las experiencias del entorno y al bienestar afectivo.

Palabras clave

Biofilia, psicometría, eudemonía, experiencia, medios naturales.

Introducción

Como otras especies, hemos pasado cientos de miles de años viviendo y evolucionando en simbiosis con nuestro entorno natural. En efecto, el género humano puede tener una necesidad particular de estar cerca de la naturaleza, de muchas formas, para seguir saludable psicológicamente. “Las creencias culturales y las prácticas que son inconsistentes con nuestra constitución evolucionada y nuestro entorno físico, se alejan de nuestra evolución y podrían comprometer nuestro bienestar psicológico”. (Gullone, 2000, p. 311). Además, desde una perspectiva evolucionista, algunos entornos y características de esos entornos podrían ser más atractivos para nosotros que otras y su posible influencia, entre otras cosas, la selección del hábitat (Heerwagen y Orians, 1993; Orians and Human-natural environment relationships Evolutionary Psychology – ISSN 1474-7049 – Volume 9(3). 2011. -452- Heerwagen, 1992).
Ha sido discutido, por ejemplo, que la sabana africana podría haber sido un lugar primario para el temrpano desarrollo de la especie humana, ofrenciendo óptimas características para la seguridad, el refugio y la subsitencia (Orians, 1998). Alguna investigación ha mostrado a la sabana como un paisaje adecuado: una selva abierta con pequeños arbustos, mejor que otros entornos naturales como los bosques caducifolios o de coníferas (Falk y Balling, 2010), en parte como una función de la densidad de los bosques y selvas (Herzog y Kutzli, 2002). Como los parques urbanos modernos podrían ser reminiscencias de sabanas como paisajes (Orians y Heerwagen, 1992), esto podría ser parte de la explicación para las relaciones positivas entre los precios de las casas y la proximidad de alguna recreación en parques (Poudyal, Hodges, y Merrett, 2009). Las motivaciones de la gente al visitor el interior de los parques de la ciudad podrían deberse en parte a las interacciones sociales que se dan en ese lugar (Burgess, Harrison, y Limb, 1988; Krenichyn, 2004), una investigación encontró apoyo en la investigación centrada en el  uso y los beneficios de los jardines (Bhatti y Church, 2001; Clayton, 2007; Ulrich, 1999). En cambio, otras evidencias parecen sugerir que el potencial restaurativo de los espacios verdes urbanos, especialmente los parques, podrían deberse a la ausencia de gente (Grahn y Stigsdotter, 2010).
Sin embargo, existe una evidencia que parece sugerir preferencias con entornos diferentes a la sabana como paisaje, especialmente a entornos que se componen de masas de agua, como lagos y costas (Hartmann y Apaolaza, 2010; Ogunseitan, 2005). Además de esta idea, pueden ser importantes para la recreación el sustento y la sociabilización (Kaplan y Kaplan, 1989; Regan y Horn, 2005; Tuan, 1974). Una reciente investigación ha demostrado que los entornos artificiales que contienen agua pueden evocar las mismas preferencias que entornos “solo-verdes” (White, Smith, Humphryes, Pahl, Snelling, y Depledge, 2010).
También hay evidencias que sugieren que las reacciones positivas al entorno natural pueden ser fenómenos equitativamente extendidos, si no ubicuos (Korpela, Hartig, Kaiser, y Fuhrer, 2001; Newell, 1997). Sin embargo, alguna investigación ha indicado que el entorno natural puede evocar reacciones negativas (e.g., Staats, Gatersleben, y Hartig, 1997). La aspiración del presente estudio era descubrir la relación entre los diferentes entornos naturales y las diferentes emociones experienciales. Además, el modelo de las relaciones entre las emociones experienciales y la extensión de la experiencia del entorno natural fue también investigada, para reunir evidencias de cómo la profundidad de la experiencia de la gente se corresponde con sus respuestas afectivas al entorno natural.

Biofilia
La hipótesis de la biofilia propone que hay una necesidad humana fundamental de afiliarse con la vida y con procesos naturales (e.g., Kahn, 1999). La biofilia ha sido descrita como nuestras respuestas afectivas a la naturaleza y a los entornos naturales, cada uno de los cuales tiene su propio “significado peculiar arraigado en el distante pasado genético” (Wilson, 1984, p. 113). La biofilia ha sido definida libremente como “una tendencia innata a enfocar sobre la vida y las formas de vida naturales, y en algunos casos, afiliarse con ellos emocionalmente” (Wilson, 2002, p. 134).  Las reacciones afectivas para asegurar el estímulo pueden sin ninguna duda ser aprendidas o derivadas del condicionamiento, como una exposición repetida, pero unido importantemente a que la hipótesis de la biofilia es la idea de que “los indicadores perceptivos específicos pueden elicitar afectos innatos o significados emocionales” (Blascovich y Mendes, 2000. p. 71).  La mayor evidencia es acumulada en lo que concierne a las relaciones afectivas es que podrían desarrollarse con el entorno natural de muchas formas (e.g., Ulrich, 1993). Por ejemplo, dar y recibir flores puede tener efectos a corto y largo plazo en el estado de ánimo, interacciones sociales, emociones y memoria (Haviland-Jones, Rossario, Wilson, y McGuire, 2005).
Ha sido discutido, sin embargo, que las bases genéticas de cualquier predisposición biofílica pueden ser muy débiles, requiriendo la suma del aprendizaje, la cultura y la experiencia de la naturaleza para optimizar las tendencias biofísicas (Kahn, 1999; Kellert, 2002). Dubos (1980) ha sostenido que el compromiso activo con el entorno natural más que las observaciones pasivas puede despertar la genética aletargada, rasgo psicológico que permitió a nuestros ancestros sobrevivir en el entorno natural, que había sido apagado por las fuerzas relativamente recientes sociales y culturales. Similarmente, Orr (1993) ha sugerido que la reintroducción de los humanos a la naturaleza, particularmente en términos de permitir a los niños juegos menos supervisados en los entornos naturales, es necesario para fomentar la biofilia y para lo que significa ser humano.
En efecto, las perspectivas han sido prominentes en lo que respecta a la importancia para el bienestar psicológico del contacto con el entorno natural. La perspectiva evolucionista funcional de Ulrich sugiere que es importante para la raza humana estar en contacto con el entorno natural para mejorar en los ámbitos de las funciones cognitivas y afectivas, como en resolución de un problemas, creatividad y reducción del estrés (e.g., Ulrich, 1993). En suma, Kaplan (1989) y la teoría de restablecimiento de la atención (ART) proponen que el entorno natural puede proveer a ámbito de cualidades importantes (e.g., fascinación) que vienen por el sobreesfuerzo de las capacidades psicológicas.

  La experiencia del entorno natural y las reacciones positivas
Exponiendo el entorno natural se ha descubierto que tener un rango de beneficios psicológicos como una restauración de las habilidades cognitivas limitadas por el sobreesfuerzo mental, la reducción del estrés y la evocación de emociones positivas (Abraham, Sommerhalder, y Abel, 2010; Groenewegen et al., 2006). Por ejemplo, tener vistas de árboles desde la casa de uno podría predecir positivamente cuán relajado y confortable se siente la gente (Kaplan, 2001) y los árboles en el interior de la ciudad y en ambientes urbanos pueden estar relacionados con el incremento de los sentimientos de seguridad (Kuo, Bacaicoa, y Sullivan, 1998). La investigación indica que indirectamente, aunque la exposición subliminal a los ambientes naturales (Korpela, Klemettilä, y Hietanen, 2002; Schultz y Tabanico, 2007) tienden a elicitar reacciones afectivas positivas más duraderas. (Ulrich, 1993; van den Berg, Koole, y van der Wulp, 2003). Además, ha sido discutido que hay relaciones positivas fuertes entre como reconstituyente en el entorno es percibido para ser y preferencias para ese entorno (Korpela et al., 2001; van den Berg, Hartig, y Staats, 2007).
Un cuerpo creciente de investigación y opinión ha sugerido que las experiencias de infancia sobre la naturaleza pueden ser importantes para el desarrollo de vínculos profundos y significativos con el entorno natural (Gross y Lane, 2007; Kahn, 1999). Por ejemplo, Lohr y PearsonMims (2005) descubrieron que los participantes que indirectamente tienen unas mínimas experiencias infantiles de plantar árboles y del cuidado de plantas de interior, al ser comparados a los participantes que nunca habían hecho esas cosas, percibían mejor el efecto calmante de los árboles y les daban un significado personal y simbólico.
Además, la evidencia parece sugerir que elementos de algunos de estos entornos naturales pueden afectar positivamente a las interacciones sociales de la gente (Groenewegen, van den Berg, de Vries, y Verheij, 2006). Por ejemplo, la presencia de plantas dentro de un contexto de laboratorio puede elicitar la generosidad en los participantes mejor que en situaciones de laboratorio sin plantas (Weinstein, Przybyiski, y Ryan, 2009), y también dentro de un estudio naturalista de comportamiento en clase, con niveles auto-indirectos de amistad en los niños.

Bienestar eudemónico y hedónico
El bienestar psicológico puede ser concebido como un compuesto de dos dimensiones distintas (Ryff, Singer, y Love 2005; Waterman, 1993). Primero, Hedonismo, moderado por el bienestar subjetivo (SWB), consta de indicios de una evaluación general de los afectos positivos y negativos y las satisfacciones de la vida (Schwarz y Strack, 1999). Sin embargo, la habilidad de este concepto para reflejar la máxima significación y alguna extensión más de los aspectos intrínsecos del bienestar de la gente (i.e., aquellos que están más satisfechos apoyados sobre la aprobación externa) ha sido cambiado (Ryan and Deci, 2001).
Segundo, Eudemonía, puede ser descrito como vivir una existencia personal significativa (Ryan y Deci, 2001). Hay alguna indicación de que los valores intrínsecos asociados con eudemonía pueden incluir sentimientos de paz interior, contempalción, vitalidad y una profunda apreciación de la vida (Huta y Ryan, 2010; Ryan, Huta, y Deci, 2008). Por ejemplo, la emoción del sobrecogimiento está asociada con sentimientos de veneración, maravilla y placer estético, y puede ser experimentado en respuesta a los “objetos naturales que son extensos en relación con él mismo” (Keltner y Haidt, 2003, p. 310) como los océanos, los árboles y las montañas. Además, la experiencia de sobrecogimiento es argumentada para ser el resultado de “una serie de duras conexiones pre-culturales de respuestas que fueron formados por la evolución” apoyada por la elaboración de normas  específico-culturales y significados (Keltner y Haidt, 2003, p. 306).
Eigner (2001) encontró que para alguna gente, estar en proximidad cercana con el entorno natural producía “un sorprendente sentimiento de felicidad y un “estado de calma” (Eigner, 2001, p. 191). Eigneer sugirió que el bienestar asociado directamente con el entorno natural puede tener una diferencia cualitativa, el bienestar es de mayor cualidad que en los tipos más hedonistas del bienestar caracterizados por la facilidad y el confort de los estilos de vida modernos. Mientras se han intentado medir, con varios instrumentos, algunas indicaciones de esos tipos de experiencias con la naturaleza (e.g., en un sentido de conexión), otros aspectos de las experiencias de la gente (e.g., sintiéndose vivo y contemplando) aparentemente se han prestado fácilmente a evaluaciones empíricas de sí mismos (e.g., Mayer y Frantz, 2004).

Reacciones afectivas negativas al entorno natural
Por supuesto, no todas las reacciones al entorno natural son enteramente positivas (e.g., Bixler, Carlisle, Hammitt, y Floyd, 1994; Herzog y Kutzli, 2002): la biofobia es la respuesta “preparada biológicamente” innata y negativa a un estímulo natural como las serpientes o las alturas (Orians, 1998; Ulrich 1993). Una sugerencia es que las reacciones negativas al entorno natural, específicamente en relación a los entornos de tipo salvaje, pueden provocar terror por los aparentes sentimientos de mortalidad que estos lugares podrían engendrar (Koole y van den Berg, 2005). En particular, se ha argumentado que la ausencia de la influencia humana, como la carencia de construcciones o gente, con entornos salvajes, guía a la gente a estar en confrontación “con su propia limitación” (Koole y van den Berg, 2005, p. 1026), con lo que la gente podría ser puesta en contra mientras estén localizados en habitaciones sintéticas, controladas por personas. Similarmente, demasiada densidad en los bosques con pequeña accesibilidad puede engendrar sentimientos de aprensión (Herzog y Kutzli, 2002; Staats et al, 1997), mientras que otros entornos pueden ser percibidos como que no dan la adecuada seguridad y sustento. (Orians, 1998).
Reacciones afectivas ambivalentes al entorno natural
Más allá de las simples categorías dicotómicas de cada reacción positiva o negativa al entorno natural, existe la posibilidad de que el entorno natural pueda infundir reacciones positivas y negativas, incluso simultáneamente (cf. Bonnes, Passafaro, y Carrus, 2011). Las experiencias occidentales tempranas con montañas, por ejemplo, han elicitado lo que podría describirse como ambivalencia afectiva: un gran miedo pero también emociones positivas intensificadas (MacFarlane, 2003). En particular, con descripciones de John Dennis en 1688 de las ciudades, que describió los Alpes como “un horror encantador, un juego terrible” (p. 73). Esos sentimientos han sido descritos por otros escritores naturales en otros ambientes naturales menos precipitados: Emerson (1836/1982), por ejemplo, describe sus emociones durante una travesía nocturna de un invierno común. “He disfrutado la perfecta exhiliación. Estoy encantado en el borde del miedo” (p. 38). Algunas evidencias de este tipo de reacciones han sido descubiertas en investigaciones empíricas. Por ejemplo, en un estudio se descubrió que los diferentes tipos de encuentros ambientales parecen elicitar estados emocionales ambivalentes, envolviendo las combinaciones de miedo, sobrecogimiento, respeto y felicidad (van den Berg y ter Heijne, 2005).

Vida urbana y rural
Algunas evidencias indican que las variables de la demografía física, como una distancia de residencia de áreas de recreación al aire libre, tienen una pequeña relación con el sentido de la gente del restablecimiento psicológico por el entorno natural (Hartig, Kaiser, y Strumse, 2007). El mismo estudio también indica que los participantes femeninos tenían más probabilidades que los participantes masculinos de percibir el entorno natural como más positivo (restablecedor). Contrariamente, hay evidencias que sugieren que la vida rural, en comparación con una urbana, puede engendrar reacciones más positivas hacia el entorno natural (Berenguer, Corraliza, y Martín, 2005; Hinds y Sparks, 2008). Por ejemplo, Hind y Sparks (2009) encontraron que la gente que se había criado en poblaciones rurales, comparados con aquellos que se habían criado en ambientes urbanos, tenían mayor bienestar de afecto positivo y mayores identidades más fuertes del entorno. Después de controlar una multitud de variables (e.g., la salud física, el acceso a un coche, trabajo, edad, género, estado civil, etnia, sobrepoblación, problemas estructurales de la casa y estatus socioeconómico basado en los ingresos), la gente rural, en comparación con la urbana, indirectamente, ha obtenido menor índice de depresión y ansiedad (Weich, Twigg,  y Lewis, 2006). Otra investigación descubrió que la gente que vive en áreas rurales, comprada con la que vive en áreas urbanas, muestran menos afectos negativos (e.g., depresión, aburrimiento y soledad) en sus vidas y tienden a estar más satisfechos con sus vidas (Paúl, Fonseca, Martín, y Amado, 2003). Además, algunas investigaciones indican que puede haber un pequeño efecto de las migraciones selectivas en las diferencias en la salud física encontradas a menudo en poblaciones urbanas y rurales, donde las poblaciones rurales a menudo muestran fiebre como problema de salud (Verheji, van de Mheen, de Bakker, Groenewegen, Mackenbach, 1998).

El presente estudio
Además de los indicadores de respuestas positivas hacia el entorno natural, la investigación examinó las sugerencias sobre la probabilidad de las diferentes reacciones emocionales a diferentes tipos de entornos naturales. Usando el método psicométrico (e.g., Slovic, Fischhoff, y Lichtenstein, 1980) varios estudios han buscado para ilustrar con diagramas la relación estructural entre todas las combinaciones de dos conjuntos de variables (Böhm, 2003; McDaniels, Axelrod, y Slovic, 1996; White  y Dolan, 2009). El presente estudio es una aplicación única de la aproximación psicométrica preocupada examinando la relación entre (a) diferentes tipos de entornos naturales y (b) un amplio rango de estados experienciales basados en el afecto, positivos y negativos. También estábamos interesados en como los estados experimentales asociados con entornos naturales pueden estas asociados con la frecuencia de la experiencia del entorno natural y el lugar de infancia.
Específicamente, (i) buscamos explorar la estructura de la experiencia de la gente de diferentes tipos de entornos naturales, (ii) esperando que los participantes con una infancia rural, en comparación a los participantes con una infancia urbana, puedan informar sobre más estados experienciales positivos y menos negativos, asociado a estar en los entornos naturales, y (iii) esperando que los participantes que hayan tenido una mejor experiencia del entorno natural, comparados con los que no, tengan más experiencias positivas y menos negativas.
A pesar del debate sobre si algún entorno actual pueda describirse como verdaderamente natural (e.g., Cronon, 1996; McKibben, 2003), elegimos conservar el entorno natural y formar una definición efectiva similar a la elaborada por Abraham y colaboradores (2010) en su estudio sobre la preferencia del paisaje: “un continuo entre naturaleza “salvaje” y entornos adecuados como bosques urbanos y rurales, espacios verdes, parques, jardines, aguas y áreas en el vecindario” (p. 59).

Método

Participantes
Los participantes (N=90; mujeres=82; hombres=8) fueron una muestra de estudiantes de Ciencias Sociales de la Universidad de Sussex, Reino Unido. La media de su edad era 21’1 años (SD = 5.23; range 18-41).

Materiales
Todos los participantes recibieron un cuestionario para evaluar, entre otras variables, la relación entre (i) estar en diferentes entornos naturales y (ii) diferentes estados experienciales. Todas las respuestas fueron grabadas y completamente ancladas a las escalas Likert.

Lugar de infancia
Siguiendo las preguntas relacionando la edad y el género, a los participantes se les pidió  indicar el tipo de lugar en el que crecieron: “¿en qué tipo de lugar pasaste la mayoría de tu infancia?” con tres posibles respuestas: Urbano (n = 24), Suburbano (n = 50), y Rural (n = 15).

Entornos y estados experienciales
Fueron derivados diez entornos de discusión entre los autores reteniendo aquellos que se encuentran en Reino Unido (dos tipos de bosque, montaña, jardín, playa, valle, acantilado, río, tierra de labranza y parque). Estos entornos fueron clasificados en 14 estados experienciales preguntando a los participantes: “Usando un término de los siguientes, ¿cómo te sientes?” (relajado, sobrecogido, libre, refrescado, conectado, apartado, ansioso, vivo, contemplativo, hablador, divertido, empático, solitario y sereno). Estos estados emocionales se han escogido de investigaciones exploratorias (N=75) que usaban la definición efectiva del entorno natural como cualquier área y asentamiento creado por la naturaleza como bosques, acantilados, lagos, páramos, valles, áreas costeras, brezales, montañas y ríos. A los participantes se les dijo: “Por favor hagan una lista de todas las palabras o frases cortas que podría asociar personalmente con estar en el medio natural”.
Usando métodos para elicitar a los participantes sentimientos sobre el lugar que han utilizado en otra parte (e.g., Hartig, Korpela, Evans y Gärling, 1997), el presente estudio pidió a los participantes, por ejemplo: “Imagínate a ti mismo en un jardín. ¿Cómo te sentirías de los siguientes términos?” [no mucho (1), extremadamente (7)].  

Procedimiento
A los participantes se les presentó una lista de entornos naturales y se les pidió que evaluaran cada entorno en diez estados emocionales imaginándose estar en cada uno (no se utilizaron estímulos visuales para elicitar respuestas).

Resultados

 Estructura del estado experiencial
Un principal análisis de los componentes (con rotaciones varimax) del resultado significativo de cada combinación del estado experiencial y del entorno mostró una solución de dos componentes considerando el 89’35% de la varianza (mirar tabla 1). Basado en los criterios de Stevens (1992) para la misma magnitud (N< 100), solo las  cargas de componente superiores 512 son incluidas.
El primer componente (58.75%) fue etiquetado como Eudemonía con las siguientes variables: serenidad, sobrecogimiento, contemplación, empatía,  vitalidad, libertad, concentración y frescura. El segundo componente fue etiquetado como Aprensión (30.60%) con aislamiento, soledad, y una carga ansiosa y con la positividad de la diversión, ser hablador y una relajada carga negativa. Los significados y desviaciones estándar para cada entorno y sentimiento se encuentran en la Tabla 2.
Las cargas de factores retenidos para cada entorno de la PCA se usaron como índices para asociar cada entorno a cada uno según el eje de la solución de dos factores, llamados Eudemonía y Aprensión. El espacio de los dos componentes (mirar figura 1) muestra, por ejemplo, que la montaña, los bosques (los dos tipos) y el valle se localizan relativamente altos en el componente Eudemonía tanto como del componente Aprensión; la playa y el río se localiza alto en Eudemonía y bajo en Aprensión; acantilados y tierras de labranza bajos en Eudemonía y altos en Aprensión; y el jardín y el parque están bajos en ambos. Esos análisis proporcionan un dibujo global de las relaciones entre los diferentes entornos y los diferentes estados experienciales en un nivel total. También nos interesamos, sin embargo, en análisis más precisos de los estados experienciales asociados a entornos individuales.
Table 1. Análisis del componente principal en cargas de clasificación del entorno asociado a estados experienciales
                                                                    Components
Experiential states                     Eudemonia                          Apprehension
                                                    (58.75%)                                 (30.60%)

Refrescado                                      .99
Concentrado                                    .96
Contemplativo                                 .95
Sereno                                              .95
Vitalidad                                          .94
Sobrecogimiento                              .90
Libertad                                            .87
Empatía                                          .82
Hablador                                                                                        -.85
Diversión                                                                                        -.83
Relajación                                                                                       -.81
Soledad                                            .55                                            .81
Aislamiento                                      .56                                            .81
Ansiedad                                          .54                                            .78

Figura 1. Entornos representados dendeo de un espacio del estado de dos componentes experimentales (mirar en el link anexo al final del artículo, pág. 459).

Efectos de la exposición al entorno es estados experienciales
La Eudemonia (α = .97) fue calculada usando las puntuaciones de los estados experienciales que cargaron pesadamente el componente (serenidad, sobrecogimiento, contemplación, empatía, vitalidad, libertad, concentración y frescura) para todos los entornos. De la misma manera, una medida de Aprensión (α = .91) fue calculada usando las puntuaciones de los estados experienciales que cargaron pesadamente el componente [aislamiento, soledad, ansiedad, diversión (codificado a la inversa), ser hablador (codificado a la inversa), y relajación (codificado a la inversa) para todos los entornos.
Para investigar el efecto del lugar de infancia y la experiencia del entorno natural en los estados experienciales, a 3 (Lugar de Infancia: urbano vs. suburbano vs. Rural) x 3 (Frecuencia de Experiencia: baja vs. Media, vs. alta) el MANOVA de Eudemonía y Aprensión fue realizado usando la raíz más larga de Roy (λlargest) como el valor determinado de P. Los test de Levene de igualdad de la varianza error (Eudemonía, F(7,81) = 1.29,  p = .27); Aprensión, F(7,81) = 1.44, p = .20) y el test de Box de igualdad de covarianza (M = 16.98, p = .65) fueron no significativos y los supuestos de normalidad se cumplen.
Los análisis multivariados relevan un efecto significativo de la Frecuencia de la Experiencia, λlargest = .15, F(2,81) = 6.17, p = .003, η² = .13, y en el Lugar de Infancia, λlargest = .11, F(2,81) = 4.35, p = .016, η² = .10.
Los análisis univariados revelan que para la Frecuencia de Experiencia había efectos significativos en Eudemonía F(2,81) = 5.51,  p = .006, η² = .12, y un efecto mínimo en Aprensión F(2,81) = 2.98,  p = .056, η² =  .07. Para el Lugar de Infancia hay un efecto significativo en Aprensión F(2,81) = 3.82, p = .026, η² = .09, pero no en Eudemonía F(2,81) = 0.34, p = .72, η² = .01. No había efectos de interacción entre la Frecuencia de Experiencia y Lugar de Infancia para Eudemonía F(3,81) = 0.20, p = .90, η² = .01, o Aprensión F(3,81) = 1.15, p = .33, η² = .04. 
Tabla 2. Medias y desviaciones estándar (en paréntesis) para cada entorno y estado experiencial. (Mirar en el link anexo al final del artículo, pág. 461.)

Table 3. Medias y desviaciones estandar para el lugar de infancia y la frecuancia de experiencia por los components del estado experiencial Eudemonía y Aprensión.
                                                           Experiential State Components
                                                      Eudemonia                           Apprehension
                                                                     M  (SD)                                 M  (SD)
Lugar de infancia       Urban            3.73 (0.76)                            3.37 (0.53) a
                                    Suburban       4.00 (0.67)                            3.00 (0.44)
                                    Rural             4.05 (1.20)                             2.80 (0.54) a
Frequencia                  Low               3.67 (0.77) c                          3.24 (0.53) b
de Experiencia            Median           3.96 (0.60)                            3.03 (0.33)
                                    High               4.20 (0.82) c                          2.90 (0.51)b

Nota: Las medias con rl mismo superíndice son significativamente diferentes de cada una. a b p < .05; c p < .01.

Contrastes planeados por frecuencia de experiencia y lugar de infancia
Todas las medias y desviaciones estándar están presentes en la tabla 3.
Los participantes que informan de altas frecuencias de experiencia hablando de una mayor Eudemonía que los participantes con baja frecuencia de experiencia (p = .001; 95% CI  -1.90  – -0.27). Además, los participantes con una alta frecuencia de experiencia, comparados a los participantes con una baja frecuencia de experiencia era más probable que informaran de menos Aprensión (p = .017; 95%
CI 0.06  – 0.57). Los participantes con infancia rural comparados con los de infancia urbana tendían a tener menos Aprensión (p = .014; 95% CI 0.90 – 0.79).

Discusión

Nuestros análisis psicométricos de estados experienciales asociados con varios entornos naturales relevan un interesante patrón de relaciones. Es notable la tendencia de los entornos más naturales o salvajes, como bosques y montañas, a estar asociados con niveles más altos de Eudemonía que loe menos naturales, como las tierras de labranza o los parques.Además, algunos de los entornos más naturales parecían crear sentimientos de aislamiento y soledad, como las montañas y los bosques, que crean no solo Eudemonía sino también Aprensión. El patrón de resultados descritos es consonante con la idea de actitudes ambivalentes hacia el entorno natural , demos trado empíricamente (e.g., van den Berg  y ter Heijne, 2005) y aquellas anécdotas mencionadas (e.g., MacFarlane, 2003). 
Sin embargo, una relación que puede cambiar esta interpretación de ambivalencia es la que hay entre Eudemonía y los ítems de soledad, aislamiento y ansiedad. Aunque esos tres ítems estaba en lo que se ha llamado componente de Aprensión, también pueden estar en el componente positivo Eudemonía. En otras palabras, una posible interpretación de estre descubrimiento podría ser que estar solo, aislado y ansioso en algunos entornos es una experiencia positiva (cf. Grahn y Stigsdotter, 2010).
Jardines, parques, playas y ríos elicitaban mejor sentimientos de diversión, relajación y hablar más que otros entornos. Se ha sugerido que los jardines y parques (Bhatti  y Church, 2001; Burgess et al., 1988) y los lugares acuáticos (Ogunseitan, 2005;  Tuan, 1974) pueden ser lugares importantes para las interacciones sociales y el mantenimiento de estados de afecto positivos (Regan y Horn, 2005). Los estados afectivos asociados con interacciones sociales pueden ser diferentes del afecto asociado con la exposición al entorno natural.
El presente estudio descubrió que los lugares con agua, como ríos y playas, están altos en Eudemonía. En otras palabras, los lugares con agua elicitan un arraigo de estados experienciales positivos (alta Eudemonía), altos niveles de diversión, relajación y hablar más, pero bajos en estados experienciales negativos (baja aprensión). Por consiguiente, podría sugerirse desde el modelo de resultados que aunque los entornos más naturales tienden a elicitar más Eudemonía, algunos también son percibidos como más divertidos (e.g., lugares con agua) y algunos como más solitarios (e.g., bosques y montañas) (mirar Staats et al., 1997). Estos descubrimientos tienen algún grado de resonancia con una perspectiva evolucionista de la apreciación humana del entorno natural (Orians y Heerwagen, 1992; Tuan, 1974).
La suposición de que los participantes rurales pueden informar sobre mayores estados experienciales positivos relacionado con varios entornos naturales no es válida, aunque el modelo sugiriera eso. Este descubrimiento insospechado puede reflejar una amplia apreciación positiva del entorno natural (e.g., Hartig et al, 2007; Newell, 1997). Sin embargo, los participantes con una infancia rural, comparados con los participantes con una infancia urbana, informaron de menos Aprensión relacionada con crecer en esos ambientes. Por consiguiente, una hipótesis dice que crecer en un ambiente rural puede tener un papel mayor para jugar con la evitación de los sentimientos de ansiedad, soledad y aislamiento, que los participantes con infancia urbana, asociados con el entorno natural, que puede acentuar los estados experienciales positivos.
También se descubrió algo esperado y en línea con la investigación previa (e.g., Hinds y Sparks, 2009), que los participantes que mostraron una experiencia mejor del entorno natural que los participantes con menos experiencia,  tendían a mostrar mayor Eudemonía en relación al entorno natural. Este descubrimiento puede verse como un reforzamiento a la idea de la biofilia, y de alguna biofobia extensa, predisposiciones que pueden ser avivadas o realzadas hacia la experiencia del entorno (Kahn, 1999; Kellert 2002).
Podría ser discutido razonablemente que la gente que disfruta el entorno natural más está motivada para enlazarse con ella más frecuentemente, Puede ser el caso de la gente que tiene una gran experiencia en el entorno natural, tienden a experimentar más estados experienciales positivos, aunque puede haber otra explicación adicional APRA esto. Por ejemplo, las personas seguras pueden estar más inclinados hacia mayores frecuencias de experimentación del entorno natural y de experimentar (y/o informar de) unos estados experimentales afectivos. Sin duda, estas posibilidades pueden interactuar para moldear el comportamiento de la gente y las respuestas afectivas. Sin embago, dada la evidencia para investigaciones previas de que las respuestas positivas hacia en entorno natural puede ser elicitadas por simple exposición (e.g., Korpela et al., 2002; van den Berg et al., 2003), los descubrimientos del presente estudio son al menos que hay congruencia con la idea de que la mayor experiencia en entornos naturales puede ser un antecedente causal de más estados experienciales positivos.
Habiendo dicho esto, los presentes descubrimientos pueden beneficiarse del fomento de la justificación de la futura investigación que trabajará con métodos para examinar los descubrimientos naturales actuales. Cada investigación puede, por ejemplo, cuantificar y describir la duración y naturaleza de esas experiencias. Esto podría obviar la realidad (evidente en el presente estudio) de la consideración subjetiva de los participantes de su frecuencia de experiencia del entorno natural. En un punto similar, a los participantes se les puede pedir que mencionen ejemplos de los entornos que mencionen para determinar si hay algún grado de consenso en sus compresiones subjetivas de los entornos.
 Debe reconocerse que la muestra usada para esta investigación fue desproporcionadamente femenina, lo que podría haber desviado los resultados hacia respuestas positivas hacia los entornos naturales (cf. Hartig et al., 2007). Además, la muestra era relativamente pequeña y homogénea, lo que puede inhabilitar la generalización de los descubrimientos a la población. Además, hay algunos problemas en identificar exactamente qué constituyen las categorías urbanas o rurales (e.g., Weich et al., 2006). Los grupos urbanos y rurales pueden diferir en cómo perciben diferentes entornos (Berenguer et al., 2005). Por consiguiente, a pesar de los descubrimientos del presente estudio apoyando a una investigación similar usando este método particular de rural/urbano (e.g., Hinds and Sparks, 2008), estas diferencias podrían ser tratadas tentativamente, trabajando con métodos más objetivos APRA elicitar las clasificaciones urbana y rural.
En conclusión, los descubrimientos presentes sugieren que hay diversos modelos de estados experienciales asociados con diferentes entornos naturales. Sin embargo, lo que es también aparente es el sol significativo que juega la Eudemonía en reacción a la mayoría de los entornos naturales. Aunque investigaciones previas han señalado la importancia de los factores afectivos en la evaluación de los entornos naturales (Korpela, et al., 2002), la presente investigación ha mostrado como algunos entornos (e.g., montañas) pueden estar asociados con estados experienciales particulares (e.g., indicando Eudemonía), y otros (e.g., parques) parecen elicitar otros estados experienciales positivos  (e.g., diversión y relajación). Adicionalmente, el rol de Aprensión parece estar más duramente asociado con los lugares con agua y con otros menos naturales, como los parques.
Dado el incremento necesario para un mayor compromiso pro-ambiental, los descubrimientos presentados aquí destacan el potencial de la experiencia del entorno natural para efectuar reacciones afectivas más positivas hacia los entornos naturales. Además, se sugiere que la temprana experiencia con entornos naturales, moderado aquí como lugar de infancia, puede conducir a la evasión de estados experienciales negativos asociados a esos entornos.
El presente estudio da una perspectiva novel en las relaciones entre las experiencias afectivas y el entorno natural. En particular, es la cualidad del afecto positivo asociada con el bienestar eudemónico el que representa una perspicacia novel en esa relación. Ciertamente, la investigación cuantitativa de bienestar eudemónico y su asociación con las experiencias en el entorno natural han sido tratadas por pocas investigaciones publicadas. Nuestra investigación también muestra que los diferentes entornos elicitan diferentes respuestas afectivas, añadiendo más conocimiento sobre las relaciones del hombre con entornos naturales específicos. Finalmente, el trabajo describió algún soporte del cupero creciente de la evidencia señalando la importancia de la experiencia directa de entorno natural como un contribuidor del bienestar psicológico.

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