domingo, 20 de mayo de 2012

La influencia de factores biológicos, sociales y de desarrollo en la adquisición del lenguaje en niños nacidos antes de tiempo (2010)


Mirco Fasolo, Laura D’Odorico, Alessandro Costantini y Rosalinda Cassibba

Abstracto

                El objetivo de este estudio es evaluar el resultado del lenguaje en niños nacidos antes de tiempo, considerando múltiples factores. La hipótesis es que la temprana capacidad comunicativa (emisiones comunicativas pre-verbales) está afectada principalmente por factores biológicos (ser prematuro, peso al nacer y género) y sociales (educación materna), mientras que las habilidades lingüísticas más avanzadas (habilidades combinatorias y sintácticas, por ejemplo) están más influenciados por las habilidades comunicativas previamente adquiridas. Dieciocho niños monolingües nacidos antes de tiempo (su peso está entre 750 y 1600 gramos, y su edad gestacional es de 537 semanas; 13 hombres y 5 mujeres) se compararon con un grupo control de 18 niños nacidos en su tiempo (8 hombres, 10 mujeres). El diseño longitudinal comparó la evaluación cognitiva y motora a los 14 y los 38 meses, y la evaluación comunicativa por observación directa a los 14, 24, 30 y 36 meses, y por observación indirecta a los 24 y 30 meses. Los resultados evidencian: el desarrollo retrasado en los nacidos antes de tiempo comparados a los otros niños, particularmente después de los 24 meses; diferencias intraindividuales en el grupo antes de término; y un fuerte efecto de pre-madurez en la habilidad comunicativa a los 14 y 24 meses; sin embargo, los estados de desarrollo comunicativo más avanzados estaban influidos por la premadurez y por las habilidades lingüísticas previamente adquiridas.

                Introducción

                Un gran número de estudios han mostrado la evidencia de que ciertamente las habilidades del desarrollo como las motoras y las cognitivas, recuerdo y memoria de trabajo fonológica, y el desarrollo léxico y gramático son un riesgo en niños prematuros. Este es el caso incluso de los niños que no tienen problemas perinatales ni neonatales (Rose, Feldman, y Jankowski, 2005; Sansavini, Guarini, Alessandroni, Faldella, Giovanelli, y Salvioli, 2006; 2007). Dos grupos de factores han sido asociados con la demora. Primero, un factor biológico, específico de estos niños (peso al nacer, edad gestacional, peso considerando la edad gestacional) y no específico (género). El segundo factor es social e incluye el estatus socio-económico y el nivel educacional de la madre. En años recientes, varios estudios se han centrado en el desarrollo del lenguaje como un buen representante temprano para otras áreas de desórdenes del desarrollo (comportamental, social y cognitivo). Sin embargo, no hay consenso en los factores que influyen en el desarrollo lingüístico (Marston, Peacock, Calvert, Greenough, y Marlow, 2007; Sajaniemi, Hakamies-Blomqvist, Mäkelä, Avellan, Rita, y von Wendt, 2001). La influencia de la edad gestacional en la magnitud del vocabulario, medido a los 24 meses de edad, con el Inventario del Desarrollo Comunicativo Francés (IDC) (Kern, 2003), se evaluó por Ken y Gayraud (2007). Este estudio comparó a los niños que eran moderadamente prematuros (MPT, 37 semanas de gestación), los niños que eran muy prematuros (VPT, menos de 32 semanas de gestación), y niños que eran extremadamente prematuros (EPT, menos de 28 semanas) con un grupo de control que habían nacido a su tiempo. Los resultados indicaron que los niños que fueron muy prematuros y los extremadamente prematuros, mostraban puntuaciones significativamente inferiores a los niños que habían nacido a su tiempo. Por el contrario, los niños con una edad gestacional de 37 semanas no diferían del grupo control en ningún factor examinado. Sin embargo, en el estudio de Marston y cols. (2007) a los 24 meses de edad, los niños nacidos con entre 23-28 semanas de gestación tuvieron un lexicón similar que los niños con todo el tiempo de gestación (TTG).
La función del peso del nacimiento es aún más controvertida. Le Normand y Cohen (1999) encontraron diferencias significativas entre ambos grupos de niños en el número de tipos de verbos principales, auxiliares y no conjugados, y señales producidas durante la sesión observacional con 3; 6 y 5;0 años. Sin embargo, esos autores no encontraron diferencias entre los 3 subgrupos de niños prematuros (ELBW, pesaba menos de 1000 gramos al nacer; VLBW, que pesaba menos de 1500 gramos; LBW, que pesaba menos de 2500 gramos). Más, en un estudio longitudinal desde 9-4 meses, Stolt, Haataja, Lapinleimu, y Lehtonen (2009) encontraron un crecimiento del lexicón expresivo más lento (medido por la versión finlandesa del IDC, Lyytinen, 1999) en los niños que eran VLBW comparados a los que habían nacido a tiempo. Este resultado contradice lo que esos autores encontraron en un estudio previo (Stolt, Klippi, Launonen, Munck, Lehtonen, Lapinleimu, y colsl., 2007), en el que no se detectaron diferencias en la magnitud del vocabulario entre los niños que eran VLBW y los que habían nacido a tiempo en la edad de 2;0.
                Algunos de esos resultados contradictorios podrían deberse al efecto de intervención de otras variables que interactúan de formas complejas con la edad gestacional o el peso. Por ejemplo, Stolt y cols. (2007) encontraron un efecto significativo del género (con una ventaja para las chicas) en las medidas del desarrollo del lenguaje en el grupo control, pero no en el grupo de los niños prematuros caracterizados por un peso muy bajo al nacer. Además, el nivel de educación materna estaba asociado con la amplitud de vocabulario en los niños que eran VLBW, a diferencia del grupo control. Sansavini y cols. (2006) también encontraron una interacción entre el peso al nacer y el género, pero en psociones opuestas a Stolt y cols. (2007). No emergieron diferencias entre los chicos y las chicas del grupo control, mientras que los hombres ELBW producían menos palabras que las mujeres del mismo grupo.
Como sugirieron algunos autores (p. e., Menyuk, Liebergott, y Schultz, 1995; Menyuk, Liebergott, Schultz, Chesnick, y Ferner, 1991; Siegel, 1982), serprematuro podría tener una diagnosis multifactorial, con interacciones entre factores biológicos y sociales determinando  resultados muy diferentes. Así que es fundamental distinguir y considerar esas variables al mismo tiempo, como el peso al nacer, la edad gestacional, el nivel educacional de la madre, o el estatus socioeconómico (ESE). Además, los niños prematuros expuestos a factores de riesgo clínico (angustia fetal, infección o sepsis, síndrome de la angustia respiratoria,…) y problemas metabólicos tenían un desarrollo del lenguaje severamente demorado en comparación a los niños prematuros con problemas severos (Largo, Molinari, Comenale Pinto, Weber, y Duc, 1986). Ellos debían así considerar un sub-grupo específico (Marston y cols., 2007).
Muchos de los estudios citados sobre del desarrollo del lenguaje se evalúan con medidas referidas a la magnitud de vocabulario o a la producción de palabras. Aún más, la evaluación tuvo lugar muchas veces al final del segundo año de vida, un período en el que se consolida bien y típicamente el desarrollo del niño entre los ítems léxicos. Eso podría, sin embargo, ser interesante para llevar a cabo evaluaciones en edades tempranas para investigar si  la competencia comunicativa pre-lingüística de los niños prematuros difiere de la exhibida por niños no prematuros, y si la lentitud del desarrollo del vocabulario también  tiene un efecto aversivo en la competencia sintáctica subsecuente. Por otra parte, el desarrollo comunicativo y del lenguaje no puede ser considerada una habilidad solitaria. Están influidos e influencian a el desarrollo de otras competencias: cognitiva, social y emocional (Bloom, 1994). Según Rose, Feldman, Jankowski, y Van Rossem (2005; 2008), es posible que los déficits posteriores evidenciados por los niños prematuros pueda tener sus raíces en la infancia, debido a la naturaleza y las interrelaciones de las habilidades primarias que arman pensamientos cognitivos complejos. Desde este puto de vista, el nacimiento prematuro puede determinar la menor eficiencia en algunas habilidades básicas o procesos que influencian el resultado final del desarrollo del lenguaje. Más específicamente, Rose y cols. (2005b; 2008) propuso un modelo de cognición infantil que pone unos principios centrales. Primero, la cognición infantil se propone como caracterizada por una cascada cognitiva en la que las habilidades más fundamentales o básicas apuntalan a las más complejas, que, de una en una, influyen en la inteligencia general. Segundo, las medidas de procesamiento de información infantil se piensa que median la relación entre el estatus al nacer y al cognición posterior. Usado datos de estudios longitudinales de niños prematuros y niños que nacieron en su tiempo,  su estudio (Rose y cols., 2008) evidencia cómo las habilidades a los 12 meses (atención, velocidad de procesamiento, reconocimiento, recuerdo y competencia representacional) mediaron la relación entre nacer antes de tiempo y el desarrollo mental a los 2-3 años, y cómo la continuidad y el cambio en el procesamiento y la información de los niños entre 7-12 meses afectó a los resultados posteriores. Los resultados indican que sobre todo dos habilidades básicas (atención y velocidad de procesamiento) influyeron a las más complejas, las cuales influyeron individualmente a la cognición posterior. De una forma parecida, Jansson-Verkasalo, Cˇeponiené , Valkama, Vainionpää, Laitakari, Alku, y cols. (2003), y Jansson-Verkasalo, Korpilahti, Jäntti, Valkama, Vainionpaää, Alku, y cols. (2004) argumentaron que las dificultades lingüísticas de los niños VLBW pueden ser el efecto de las escasas habilidades en el procesamiento auditivo. De hecho, el procesamiento y la categorización del estímulo auditivo breve y rápidamente cambiante es una de las
Habilidades básicas críticas APRA la adquisición del lenguaje. Las dificultades en esta habilidad pueden causar déficits sucesivos en el desarrollo del lenguaje. Sansavini y cols. (2007) realzó la influencia negativa de un nacimiento muy prematuro en la memoria fonológica de trabajo, lo que puede resultar en un retraso en las habilidades gramaticales.
Esta perspectiva también ha resultado útil interpretando las diferencias individuales en el desarrollo típico: las capacidades combinatorias tempranas dependen de las habilidades léxicas, y ambas influyen en las producciones sintácticas más avanzadas (Bates, Bretherton, y Snyder, 1988; Caselli y cols., 1999; Devescovi, & Caselli, 2007).
                Este estudio, por tanto, aspira a evaluar el resultado del lenguaje en niños prematuros, considerando un número de variables cuyos efectos pueden diferir en el tiempo. Más específicamente, tenemos la hipótesis de que el efecto de factores biológicos (ser prematuro, peso al nacer y género) y sociales (nivel de educación materna) era mayor durante los estados de desarrollo temprano. Las variables biológica y social influyen sobre la adquisición de las primeras capacidades comunicativas emisiones comunicativas preverbales). En contraste, la adquisición de las habilidades lingüísticas más avanzadas (habilidades combinatorias y sintácticas) está principalmente afectada por las habilidades comunicativas previamente adquiridas. En nuestro Studio, las capacidades lingüísticas y comunicativas se evaluaron en cuatro estados del desarrollo: a los 14 meses, cuando pronunciaban sus primeras palabras y balbuceaban y gesticulaban (en particular, el uso de gestos  con los dedos como señalar) de forma usual; a los 24 meses, cuando las habilidades léxicas están más avanzadas en el desarrollo típico (por media, los niños italianos producen 160 palabras a esta edad, mirar Caselli, Pasqualetti, y Stefanini, 2007); a los 30 meses, cuando se producían las primeras multi-palabras en las frases; y con 36 meses, cuando adquirían categorías sintácticas abstractas y los niños producían frases sintácticamente completas. Para mantener la continuidad metodológica la edad los niños prematuros se calculó desde el día del parto, incluso aunque normalmente no se use después del final de segundo año de vida. Considerando que Menyuk y cols. (1991) encontraron una competencia demorada fonológica, receptiva y productiva (medida durante las sesiones observacionales) para los niños VLBW, con respecto a los niños que habían nacido a tiempo en los primeros años de vida cuando se usó la edad cronológica, pero no cuando las comparaciones se hicieron en base a la edad corregida, es impresionante un descubrimiento del desarrollo tardío en edades más avanzadas en los niños prematuros.

Método

                Participantes
La muestra consistió en 36 niños italianos monolingües y sus madres: 18 prematuros (grupo prematuro, GPM) y 18 niños no prematuros (grupo no prematuro, GNPM) ajustados por edad (cronológica en GNPM y gestacional para GPM); el citerior de participación para el primer grupo era un peso al nacer de entre 750-1600 gramos (3 nuños eran ELBW, 13 VLBW y 2 LBW), una edad gestacional de 37 semanas (3 niños eran EPT, 10 VTP y 5 MPT), y la ausencia de complicaciones médicas pre y post natales (mirar tablas I y II). Los grupos GPM y GNPM no diferían significativamente con respecto al género (Chi2 ¼1.83, p5.176) o el nivel de educación materna (Chi2 ¼3.167; p5.205). Los datos clínicos del entorno en el embarazo, nacimiento y el período perinatal se obtuvieron de la Unità di Terapia Intensiva Neonatale del Hospital de Bari (Italia), desde 2005-2007.

Procedimiento
Este estudio longitudinal incluyó muchas sesiones con los niños, que fueron  conducidas, codificadas y analizadas en el laboratorio observacional del Departamento de Psicología de la Universidad de Bari (Italia). La edad corregida se usó para el GPM; las edades de los niños se calcularon de los datos esperados de la deliberación. El uso de la edad correcta durante los 2 primeros años de vida en niños prematuros es un método comúnmente aceptado para comparar el desarrollo de los niños prematuros y no prematuros en la misma edad de desarrollo (Wolke y Meyer, 1999). En este estudio también se usó la edad corregida a los 30 y 36 meses, debido al diseño longitudinal, para mantener el mismo tipo de comparación con los niños no prematuros, cuyas edades se emparejan con las edad corregidas de los prematuros.
La evaluación a los 14 meses de edad (T1). Para verificar la ausencia de problemas serios cognitivos o motores en niños prematuros y no prematuros durante la primera sesión; se midió el nivel mental y psicomotor de los niños usando el ïndice del Desarrollo Psicomotor (IDP) de las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil (Bayley, 1993) (seis niños no prematuros perdieron la sesión). Siguiendo la evaluación psicométrica y mental, las madres y los niños participaron en 3 sesiones interactivas grabadas en vídeo, durante las que la madre alimentaba al niño.
La evaluación a los 24 (T2) y 30 (T3) meses de edad. Durante la segunda y tercera evaluación, las madres y los niños participaron en una sesión de 30 minutos sin estructura y grabada en vídeo (2 niños prematuros se perdieron la sesión grabada en vídeo de T3). Después de la sesión de grabación del vídeo, a las madres se las invitó a rellenar la versión italiana del Inventario de Desarrollo Comunicativo McArtur (IDC)- Primo Vocabolario del Bambino, PVB (Caselli y cols., 2007) (un niño prematuro no participó).
La evaluación a los 36 meses (T4). Durante la sesión final, el desarrollo psicomotor y mental se evaluó una vez más usando las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil (Bayley, 1993), y se grabaron otras sesiones de 30 minutos no estructuradas de vídeo (un niño prematuro y tres no prematuros se las perdieron).
Durante al primera sesión (T1) los vídeos se grababan en casa. Esta sesión duró sólo 3 minutos. Durante las sesiones sin estructura de 30 minutos condujeron a T2, T3 y T4, se usaron cinco series diferentes de juguetes para mejorar un rango de vocabulario salvaje: una granja,  un set nurturista (un teléfono, una muñeca con una cama, colchón y almohada), un set de comida (vegetales y frutas de plástico, con pescados y embutido) y algunos libros ilustrados. A las madres se las pidió jugar con sus hijos como siempre, e intentar llamar su atención hacia los juguetes. El experimentador atiende a las sesiones de grabación y puede participar si el niño o la madre se lo piden directamente. Todas las sesiones grabadas en vídeo se transcribieron  aun formato CHAT (Mac-Whinney, 2000).
La tabla III informa de la codificación y las medidas para los diferentes tiempos de evaluación.

Instrumentos
Las Escalas Bayley del Desarrollo Infantil (Bayley, 1993). El PDI incluye ítems que evalúan el control motor de los niños, la coordinación, en balance, el movimiento dinámico, los movimientos motores, la integración del motor perceptual y el planteamiento del motor. El MDI se basa en el desarrollo de los niños en ítems que miden la precisión sensorio-perceptual y la discriminación, la constancia del objeto, la memoria, el aprendizaje y las habilidades de solución de problemas, las habilidades psicolingüísticas,y las habilidades de generalización y clasificación. Las dos puntuaciones Index obtenidas por PDI y MDI se usaron para comparar a los grupos.
La versión italiana del Inventario de Desarrollo de la Comunicación de MacArthur- Primo Vocabolario del Bambino, PVB (Caselli et al., 2007). La versión italiana del IDC se modeló lo más estrechamente posible en la versión inglesa para tener un formato completo, números y tipos de categorías léxicas, y el número de los ítems. La forma italiana de niño pequeño (Parole e Frasi, correspondiendo a las Palabras y las Frases del IDC) contiene una lista de producción de vocabulario de 670 palabras divididas en 23 categorías, incluyendo nombres, verbos, adjetivos, funciones de las palabras, efectos de emisiones, emisiones animales, gente, juegos y rutinas, verbos modales, tanto como otras dos secciones dedicadas a la evaluación de la producción morfológica y sintáctica. Sólo consideramos la producción del vocabulario en este estudio.

Resultados

Desarrollo psicomotor y mental
La tabla IV indica las puntuaciones obtenidas por el GNPM y GPM en las Puntuaciones Psicomotora y Mental (Bayley, 1993) y 14 (T1) y 36 (T4) meses de edad. En T1 la puntuación de los niños no prematuros estaba entre los percentiles 16 y 18, mientras que cinco niños del GPM (28%) tenían valores de desarrollo mental y psicomotor por debajo del percentil 25, cinco niños (28%) mostraron un déficit sólo en el desarrollo psicomotor, y ocho niños (44%) tenían un desarrollo típico con valores sobre el percentil 50. En T4 (36 meses), todos los niños que tuvieron un desarrollo no prematuro con límites normales o que habían tenido un desarrollo acelerado, tenían puntuaciones entre los percentiles 16 y 93, mientras que ocho niños prematuros (44%) mostraron un déficit mental y psicomotor, con valores inferiores al percentil 25, y cuatro niños prematuros (22%) mostraron sólo déficit psicomotor (tres niños) o mental (un niño); seis niños (33%) mostraron un desarrollo típico (de esos seis, cinco también tenían desarrollo típico en T1)
Primera etapa del desarrollo de la comunicación
En T1 (14 meses), la frecuencia de emisión en los grupos no difería significativamente (mirar Tabla V); en esta etapa de desarrollo comunicativo, ambos grupos usaban raramente la comunicación verbal. Por otra parte, no hay diferencias entre ambos grupos en el uso de gestos, ni siquiera considerando la frecuencia total o la frecuencia de diferentes gestos.

Desarrollo léxico
Magnitud del vocabulario. Sólo se usaron para este análisis las evaluaciones en T2 (24 meses), T3 (30 meses) y T4 (36 meses). La primer evaluación de habilidades cognitivas (T1),  no se consideró para el desarrollo léxico, porque, a esa edad, ambos grupos producían algunos tipos diferentes de palabras: cuatro niños prematuros y ocho niños no prematuros producían sólo un tipo de palabra. En T2 (24 meses), no hay diferencias entre los dos grupos en  la magnitud del vocabulario (evaluados por el cuestionario PVB, Caselli et al., 2007), pero para el GNPM fueron acreditadas por las madres, en promedio, unas 100 palabras más que GPM (mirar tabla VI), mientras que la magnitud del vocabulario de ambos grupos era comparable al valor del rango italiano (Caselli et al., 2007). En el GPM, sin embargo, había muchas diferencias individuales, de hecho, seis niños (28%) tenían una talla de vocabulario inferior al percentil 10, y cuatro (22%) por debajo del 25. A los 30 meses (T3) había diferencias significativas entre el GPM y el GNPM, con una antigua producción significativamente menor de palabras. El nivel de vocabulario de GPM era inferior a los datos italianos para los 30 meses de edad, con cinco niños (28%) con puntuaciones por debajo del percentil 10 y cinco niños (28%) por debajo del percentil 25. Solo seis niños (33%) de ese grupo tenían un nivel de vocabulario apropiado a su edad en T2 (24 meses) y T3 (30 meses).

La evaluación del habla espontánea también confirmó los datos obtenidos por PVB (Caselli et al., 2007). En T2 (24 meses) y T3 (30), los niños no prematuros producían el doble de cantidad de diferentes tipos de palabras comparados a los prematuros. Sin embargo, es importante notar que no todos los niños prematuros mostraron un déficit rn el desarrollo del lenguaje (mirar Figura 1); de hecho, sólo ocho niños producían un número de diferentes tipos de palabras bajo el percentil 25 del grupo de desarrollo típico (39 tipos de palabras en la sesión de 24 meses, 94 tipos de palabras en la sesión de los 30 meses).
En T4 (36 meses), la evaluación de las habilidades léxicas de los niños que interpretaba un habla espontánea sólo mostraba que los niños prematuros producían significativamente menos tipos de palabras que los niños de desarrollo normal. Los ocho niños que mostraban un patrón típico de desarrollo del lenguaje en las evaluaciones previas se les colocaba sobre el percentil 25, produciendo más de 138 tipos diferentes de palabras.
Porque a los 36 meses (T4) la evaluación de la facilidad léxica se representó sólo en el habla espontánea y en la literatura, la habilidad de las madres para evaluar el lenguaje de sus hijos con el PVB (Caselli et al., 2007) se controlaba sólo por desarrolladores típicos (mirar, por ejemplo, Salerni, Assanelli, D’Odorico, y Rossi, 2007), investigamos esas variables correlacionando los datos obtenidos en T2 (24 meses) y T3 (30) desde el habla espontánea (número de los diferentes tipos de palabras) con los datos obtenidos por la significancia de los cuestionarios (magnitud del vocabulario). La fuerte correlación entre el número de palabras rellenadas por las madres en el cuestionario y el número de diferentes tipos de palabras producidas por los niños durante la sesión de grabación del vídeo indica que la respuesta de las madres era fiable (T2, 24 meses: r¼.787, p5.001; T3, 30 meses: r¼.655, p5.003).
Desarrollo gramatical
En T2 (24 meses) ambos grupos diferían en la duración de las emisiones, con los niños prematuros produciendo emisiones más cortas, y el 84% de la producción total eran palabras de emisiones simples (P1). Aunque era evidente que ambos grupos estaban aún en la fase de una sola palabra, los niños no prematuros usaron una combinación de dos o tres palabras en el 35% de sus producciones. Seis meses después (t3, 30 meses), más del 50% de las emisiones producidas por loe niños prematuros estaban todavía en una sola forma de palabra, mientras que los no prematuros estaban en una fase combinatoria, produciendo muchas emisiones P2-3. En T4 (36 meses) las diferencias entre los parámetros de %P2 y %P3 desaparecieron, pero el uso de combinaciones complejas (%P4) era mayor para el GNPM, como evidencias las diferencias en las emisiones mayores producidas por los niños de ambos grupos.

                Relaciones entre el lexicón y el desarrollo gramatical
El análisis de las relaciones entre la medida de las habilidades léxicas y gramaticales mostró relaciones significativas sincrónicas y diacrónicas (mirar tabla VIII).
Los datos de la muestra de no prematuros confirma que el que las habilidades gramaticales emerjan a diferentes niveles de edad está relacionado con el nivel de vocabulario. Por otra parte, el nivel de vocabulario a los 24 meses (T2) predice el nivel de competencia gramatical (%P2-3, %P4) que se alcanzaba 6 meses después (T3). Las capacidades combinatorias más avanzadas, resultado de la producción de emisiones de cuatro palabras o más, sin embargo, no estaban asociadas con el nivel de vocabulario al mismo nivel, ni predecidas por las habilidades léxicas previas.
En GNPM también, los niños con el vocabulario mayor eran aquellos que, con la misma edad, producían combinaciones simples de palabras (%P2-3) con mayor frecuencia; por otra parte, el lexicón adquirido en T2 (24 meses) se debía posiblemente al desarrollo gramatical (%W2–3) en T3 (30 meses) y T4 (36 meses). En este grupo la producción de emisiones de cuatro o más palabras también aparecía relacionada con los desarrollo léxicos previos.
Perfiles individuales de desarrollo en GPM
Los análisis previos sugieren una gran variabilidad en los niños prematuros con respecto a las habilidades comunicativas y lingüísticas consideradas. Un análisis cualitativo identificó tres perfiles de desarrollo diferentes: cinco niños (28%) mostraron un desarrollo típico; cuatro niños (22%) sufrían un déficit general, afectando a todas las áreas comunicativas consideradas; nueve niños (50%) mostraron disonancia en el desarrollo gramatical, pero no  en el léxico ni en el comunicativo.
Previsibilidad del desarrollo del lenguaje
Los análisis previos mostraron que los niños prematuros en nuestra muestra diferían de los niños no prematuros en el desarrollo léxico y gramatical. Sin embargo, en el GPM encontramos una gran variabilidad y diferentes perfiles de desarrollo, sugiriendo que la premadurez sola no puede explicar el particular desarrollo de los niños individuales. Para evaluar el efecto de los diferentes factores metimos en el informe cada paso del proceso de la adquisición del lenguaje, y se realizaron series de análisis de regresión lineal. Se llevaron a cabo para identificar la fiabilidad de los predoctores de la habilidad lingüística a los 24, 30 y 36 meses. Como sugirieron Miles y Shevlin (2001), un tamaño muestral de 40 sujetos es suficiente para identificar un gran efecto con cuatro predoctores.
En el primer análisis, investigamos el efecto de ser prematuro, el peso al nacer, el género y el nivel de educación materna en el desarrollo comunicativo (frecuencia de emisiones pre-verbales por minuto en T1, 14 meses). Los resultados mostraron que sólo ser prematuro tenía un efecto significativo effect (t¼2.224; p5.05; R2 cambiada ¼.127).
Un segundo análisis consideró los efectos de ser premature, el peso al nacer y el nivel de educación materna. El Índice de Desarrollo Psicomotor en T1 (14 meses), y la frecuencia de emisiones preverbales por minuto en T1 en el número de diferentes palabras (tipos) habladas durante la sesión T2 (24 meses). A esa edad, sólo ser prematuro tenía una influencia significativa en la primera producción de diferentes tipos de palabras, calculando para el 15% de la varianza (t¼2.234; p5.05; R2 cambiada¼.151).
Un tercer análisis demostró este desarrollo lingüístico en T3 (30 meses), medido por la proporción de emisiones con 2 o 3 palabras (%W2–3), que pudiera ser predecido no solo por si se es premature o no, sino también por la commpetencia lexica alcanzada en el estadio previo del desarrollo (i.e., en T2, meses) (Tabla IX).
Finalmente, observamos en nuestra muestra la habilidad lingüística más avanzada: la producción de emisiones de cuatro palabras o más (%P4þ en T4, 36 meses), que podría ser predecida por las competencias léxicas y gramaticales adquiridas en los estadios previos (mirar Tabla X).

Discusión

En la fase más temprana del desarrollo investigada por nosotros (14 meses), no encontramos diferencias relevantes entre los niños prematuros y los no prematuros, en el uso de gestos o en la comunicación vocal prelingüística. Nuestros datos confirmaron los descubrimientos de Reilly, Eadie, Bavin, Wake, Prior, Williams et al. (2006) y McComish (2008), quienes demostraron un menos, aunque no significativo, uno de los gestos en la población prematura, en contraste con lo obtenido en estudios centrados en la cualidad de las emisiones prelingüísticas producidas por los niños prematuros. Por ejemplo, Brown, Bendersky, y Chapman (1986) encontraron un déficit en el comienzo del balbuceo y menores emisiones vocales en los niños prematuros. De forma similar, Jensen, Boggild-Andersen, Schmidt, Ankerhus y Hansen (1988) encontraron menos balbuceo a los 11 meses y a los 14. Sin embargo, como en nuestro estudio, las habilidades comunicativas no diferían entre los dos grupos. En la siguiente evaluación, a los 24 meses, el volumen del vocabulario de GPM, medido por el informe materno, no difería significativamente del GNPM. Este resultado está en la línea de Stolt et al. (2007), Menyuk et al. (1991; 1995), Marston et al. (2007), y Sansavini et al. (2006), quienes encontraron diferencias escasas o ninguna en el volumen de vocabulario entre los niños prematuros y no prematuros a esa edad. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que los niños prematuros probablemente usaron menos palabras de las que conocían en su habla espontánea, en tanto que el número de las diferentes palabras que producían durante las sesiones observacionales era significativamente más pequeño que  el producido por los niños no prematuros.
Con vistas a la competencia comunicativa prelingüística, es posible que las variables que tomamos en cuenta no sean representativas de la competencia comunicativa del desarrollo a esta edad o que el breve período que tuvimos para detectarlos no fuera suficiente para obtener evidencias de las diferencias entre los grupos. Teniendo en cuenta sin embargo que los estudios previos (i.e., Marston et al., 2007; Stolt et al., 2007) también detectaron pequeñas diferencias en la competencia léxica, podemos concluir razonablemente que en la primera etapa del desarrollo del lenguaje, el espacio del desarrollo debida al nacimiento prematuro puede no ser tan grande.
A los 30 meses, la competencia gramatical y de vocabulario difiere significativamente entre ambos grupos. Sansavini et al. (2006) encontraron que todos los niños prematuros en la muestra combinaban palabras, pero sólo en nuestro análisis exhaustivo de la naturaleza de las emisiones multi-palabra producidas por los niños se sugirió un lento desarrollo de esta habilidad en los niños prematuros. Su habilidad para combinar dos o tres palabras (P2-3) y sucesivamente, de producir emisiones más largas (P4) es significativamente menor con respecto a los no prematuros, incluso a los 36 meses. Aunque estas medidas no permiten un análisis cualitativo de la complejidad gramatical de las emociones, es, sin embargo, un buen índice de los procesos lingüísticos en los que se basan los diversos estados del desarrollo lingüístico (Bassano y van Geert, 2007). Estos autores postularon que una fuerte dominancia de las emisiones P1 se asocia con un estado holofrásico, de palabra única, del lenguaje. Es más, especularon que una dominancia de emisión de P2-3 con estado de combinación simple del lenguaje, en las cuales no se requieren necesariamente categorías sintácticas abstractas. También, finalmente, dieron la hipótesis de que una dominancia de la emisión P4 corresponde a un estado más sofisticado de desarrollo gramatical en el que se usan las categorías productivas y los mecanismos sintácticos relacionales (Bassano y van Geert, 2007). Nuestros niños no prematuros demostraron estar en la fase combinatoria a los 24 meses, con más del 50% de sus producciones dadas por emisiones de más de una palabra. En cambio, la mitad de las producciones de los niños prematuros eran producciones de una sola palabra, incluso a los 36 meses.
Aunque la habilidad para producir emociones multi-palabra estaba demorada en los niños prematuros, no obstante, encontramos las mismas relaciones entre el lexicón y la gramática incluso en el desarrollo típico (Fenson, Dale, Reznick, Bates, Thal, y Pethick, 1994; Caselli, Bates, Casadio, Fenson, Fenson, Sanderl et al., 1995; D’Odorico, y Fasolo, 2007). Las relaciones predictivas encontradas entre la muestra de vocabulario y la producción de frases multi-palabra era muy similar a la obtenida con los niños típicos (Caselli et al., 1999).
Nuestros resultados parecen indicar que el desarrollo del GPM está más demorado que el atípico. De hecho, los niños prematuros obtenían puntuaciones similares a los niños no prematuros más jóvenes, aunque después. De hecho, a los 30 y 36 meses de edad, el GPM usaba el número de palabras que producen los niños típicamente desarrollados, respectivamente, a los 24 y 30 meses de edad, indicando una demora de unos 6 meses. Incluso las evaluaciones de habla espontánea confirmaron los resultados obtenidos (Caselli et al., 2007). Los niños prematuros emiten emisiones más cortas y muestran una demora del desarrollo gramatical y sintáctico, con el 50% de sus emociones siendo de palabras sueltas. Sin embargo, incluso en ese caso, los niños prematuros manifestaron estas relaciones típicas entre el lexicón y la gramática, incluso si sus competencias tenían una demora en el desarrollo.
La segunda parte de este estudio, centrada en los factores que podrían afectar al resultado del desarrollo, y que pueden explicar la gran variabilidad existente en el resultado de los prematuros. Las variables principales consideradas en explicar los diferentes resultados de los niños prematuros eran biológicas (Kern y Gayraud, 2007; Largo et al., 1986; Le Normand y Cohen, 1999; Marston et al., 2007; Stolt et al., 2009) y sociales (Stolt et al., 2007). Nuestra hipótesis es que el resultado desfavorable en el desarrollo del lenguaje puede ser el resultado de un efecto cascada, en el que el desarrollo alcanzado en la competencia comunicativa temprana influye en habilidades lingüísticas más avanzadas. Un desarrollo atípico de las habilidades básicas como atención y memoria se deben a un nacimiento prematuro que podría influir negativamente en el desarrollo de las habilidades comunicativas pre-lingüísticas. Los estados siguientes podrían sugerir un contratiempo de doble pliegue, debido a las habilidades básicas comprometidas y al compromiso de los estados del desarrollo temprano. Esta hipótesis se confirma por el hecho de que la diferenciación entre el GPM  y el GNPM sea significativa en estados más avanzados del desarrollo del lenguaje (un resultado típico del efecto cascada), tanto como los resultados de nuestros análisis predictivos. En los resultados posteriores, las habilidades léxicas adquiridas a los 24 meses ayudaron a explicar el primer estado de la habilidad para combinar palabras a los 30 meses, mientras que los posteriores se relacionan con el desarrollo sintáctico siguiente.
Se requiere que estudios posteriores evalúen el efecto diferencial de la variedad en los grados de prematurez, incluyendo las subcategorías de los muy prematuros (edad gestacional de 528 semanas) y los niños prematuros (edad gestacional de entre 29-37 semanas). Por otra parte, se necesita un análisis más profundo de las competencias comunicativas prelingüísticas (como la complejidad del balbuceo) para trazar una trayectoria del desarrollo más completa desde el primer estadio de la comulación a las competencias sintácticas más avanzadas.
La evaluación de los resultados requiere considerar un número de límites en lo que concierne a la muestra de participantes. A este respecto, aunque no se han encontrado diferencias estadísticamente significativas en el género entre los grupos, un grupo tenía gemelas como muchas chicas del otro grupo. Desde que las investigaciones previas indican que las chicas tienden a un mayor desarrollo de las habilidades lingüísticas en fases más tempranas que los chicos (Fenson et al., 1994), en investigaciones posteriores el género debería tenerse en cuenta. Similarmente, estudios futuros deberían llevarse a cabo con muestras mayores, para obtener datos más robustos y para reducir la cantidad de datos perdidos.

Referencias


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