Mirco Fasolo, Laura D’Odorico, Alessandro Costantini y Rosalinda
Cassibba
Abstracto
El
objetivo de este estudio es evaluar el resultado del lenguaje en niños nacidos
antes de tiempo, considerando múltiples factores. La hipótesis es que la
temprana capacidad comunicativa (emisiones comunicativas pre-verbales) está
afectada principalmente por factores biológicos (ser prematuro, peso al nacer y
género) y sociales (educación materna), mientras que las habilidades
lingüísticas más avanzadas (habilidades combinatorias y sintácticas, por
ejemplo) están más influenciados por las habilidades comunicativas previamente
adquiridas. Dieciocho niños monolingües nacidos antes de tiempo (su peso está
entre 750 y 1600 gramos ,
y su edad gestacional es de 537 semanas; 13 hombres y 5 mujeres) se compararon
con un grupo control de 18 niños nacidos en su tiempo (8 hombres, 10 mujeres).
El diseño longitudinal comparó la evaluación cognitiva y motora a los 14 y los
38 meses, y la evaluación comunicativa por observación directa a los 14, 24, 30
y 36 meses, y por observación indirecta a los 24 y 30 meses. Los resultados
evidencian: el desarrollo retrasado en los nacidos antes de tiempo comparados a
los otros niños, particularmente después de los 24 meses; diferencias intraindividuales
en el grupo antes de término; y un fuerte efecto de pre-madurez en la habilidad
comunicativa a los 14 y 24 meses; sin embargo, los estados de desarrollo
comunicativo más avanzados estaban influidos por la premadurez y por las
habilidades lingüísticas previamente adquiridas.
Introducción
Un
gran número de estudios han mostrado la evidencia de que ciertamente las
habilidades del desarrollo como las motoras y las cognitivas, recuerdo y
memoria de trabajo fonológica, y el desarrollo léxico y gramático son un riesgo
en niños prematuros. Este es el caso incluso de los niños que no tienen
problemas perinatales ni neonatales (Rose, Feldman, y Jankowski, 2005;
Sansavini, Guarini, Alessandroni, Faldella, Giovanelli, y Salvioli, 2006;
2007). Dos grupos de factores han sido asociados con la demora. Primero, un
factor biológico, específico de estos niños (peso al nacer, edad gestacional,
peso considerando la edad gestacional) y no específico (género). El segundo
factor es social e incluye el estatus socio-económico y el nivel educacional de
la madre. En años recientes, varios estudios se han centrado en el desarrollo
del lenguaje como un buen representante temprano para otras áreas de desórdenes
del desarrollo (comportamental, social y cognitivo). Sin embargo, no hay
consenso en los factores que influyen en el desarrollo lingüístico (Marston, Peacock, Calvert, Greenough, y Marlow,
2007; Sajaniemi, Hakamies-Blomqvist, Mäkelä, Avellan, Rita, y von Wendt, 2001).
La influencia de la edad gestacional en la magnitud del vocabulario, medido a
los 24 meses de edad, con el Inventario del Desarrollo Comunicativo Francés
(IDC) (Kern,
2003), se evaluó por Ken y Gayraud (2007). Este estudio comparó a los niños
que eran moderadamente prematuros (MPT, 37 semanas de gestación), los niños que
eran muy prematuros (VPT, menos de 32 semanas de gestación), y niños que eran
extremadamente prematuros (EPT, menos de 28 semanas) con un grupo de control
que habían nacido a su tiempo. Los resultados indicaron que los niños que
fueron muy prematuros y los extremadamente prematuros, mostraban puntuaciones
significativamente inferiores a los niños que habían nacido a su tiempo. Por el
contrario, los niños con una edad gestacional de 37 semanas no diferían del
grupo control en ningún factor examinado. Sin embargo, en el estudio de Marston
y cols. (2007) a los 24 meses de edad, los niños nacidos con entre 23-28
semanas de gestación tuvieron un lexicón similar que los niños con todo el
tiempo de gestación (TTG).
La función del peso
del nacimiento es aún más controvertida. Le Normand y Cohen (1999) encontraron
diferencias significativas entre ambos grupos de niños en el número de tipos de
verbos principales, auxiliares y no conjugados, y señales producidas durante la
sesión observacional con 3; 6 y 5;0 años. Sin embargo, esos autores no
encontraron diferencias entre los 3 subgrupos de niños prematuros (ELBW, pesaba
menos de 1000 gramos
al nacer; VLBW, que pesaba menos de 1500 gramos ; LBW, que pesaba menos de 2500 gramos ). Más, en
un estudio longitudinal desde 9-4 meses, Stolt, Haataja, Lapinleimu, y Lehtonen
(2009) encontraron un crecimiento del lexicón expresivo más lento (medido por
la versión finlandesa del IDC, Lyytinen, 1999) en los niños que eran VLBW
comparados a los que habían nacido a tiempo. Este resultado contradice lo que
esos autores encontraron en un estudio previo (Stolt, Klippi, Launonen, Munck,
Lehtonen, Lapinleimu, y colsl., 2007), en el que no se detectaron diferencias
en la magnitud del vocabulario entre los niños que eran VLBW y los que habían
nacido a tiempo en la edad de 2;0.
Algunos
de esos resultados contradictorios podrían deberse al efecto de intervención de
otras variables que interactúan de formas complejas con la edad gestacional o
el peso. Por ejemplo, Stolt y cols. (2007) encontraron un efecto significativo
del género (con una ventaja para las chicas) en las medidas del desarrollo del
lenguaje en el grupo control, pero no en el grupo de los niños prematuros
caracterizados por un peso muy bajo al nacer. Además, el nivel de educación
materna estaba asociado con la amplitud de vocabulario en los niños que eran VLBW,
a diferencia del grupo control. Sansavini y cols. (2006) también encontraron
una interacción entre el peso al nacer y el género, pero en psociones opuestas
a Stolt y cols. (2007). No emergieron diferencias entre los chicos y las chicas
del grupo control, mientras que los hombres ELBW producían menos palabras que
las mujeres del mismo grupo.
Como sugirieron
algunos autores (p. e., Menyuk, Liebergott, y Schultz, 1995; Menyuk,
Liebergott, Schultz, Chesnick, y Ferner, 1991; Siegel, 1982), serprematuro
podría tener una diagnosis multifactorial, con interacciones entre factores
biológicos y sociales determinando
resultados muy diferentes. Así que es fundamental distinguir y
considerar esas variables al mismo tiempo, como el peso al nacer, la edad
gestacional, el nivel educacional de la madre, o el estatus socioeconómico
(ESE). Además, los niños prematuros expuestos a factores de riesgo clínico
(angustia fetal, infección o sepsis, síndrome de la angustia respiratoria,…) y
problemas metabólicos tenían un desarrollo del lenguaje severamente demorado en
comparación a los niños prematuros con problemas severos (Largo, Molinari,
Comenale Pinto, Weber, y Duc, 1986). Ellos debían así considerar un sub-grupo
específico (Marston y cols., 2007).
Muchos de los
estudios citados sobre del desarrollo del lenguaje se evalúan con medidas
referidas a la magnitud de vocabulario o a la producción de palabras. Aún más,
la evaluación tuvo lugar muchas veces al final del segundo año de vida, un
período en el que se consolida bien y típicamente el desarrollo del niño entre
los ítems léxicos. Eso podría, sin embargo, ser interesante para llevar a cabo
evaluaciones en edades tempranas para investigar si la competencia comunicativa pre-lingüística
de los niños prematuros difiere de la exhibida por niños no prematuros, y si la
lentitud del desarrollo del vocabulario también
tiene un efecto aversivo en la competencia sintáctica subsecuente. Por
otra parte, el desarrollo comunicativo y del lenguaje no puede ser considerada
una habilidad solitaria. Están influidos e influencian a el desarrollo de otras
competencias: cognitiva, social y emocional (Bloom, 1994). Según Rose, Feldman,
Jankowski, y Van Rossem (2005; 2008), es posible que los déficits posteriores
evidenciados por los niños prematuros pueda tener sus raíces en la infancia,
debido a la naturaleza y las interrelaciones de las habilidades primarias que
arman pensamientos cognitivos complejos. Desde este puto de vista, el
nacimiento prematuro puede determinar la menor eficiencia en algunas
habilidades básicas o procesos que influencian el resultado final del
desarrollo del lenguaje. Más específicamente, Rose y cols. (2005b; 2008)
propuso un modelo de cognición infantil que pone unos principios centrales.
Primero, la cognición infantil se propone como caracterizada por una cascada
cognitiva en la que las habilidades más fundamentales o básicas apuntalan a las
más complejas, que, de una en una, influyen en la inteligencia general.
Segundo, las medidas de procesamiento de información infantil se piensa que
median la relación entre el estatus al nacer y al cognición posterior. Usado
datos de estudios longitudinales de niños prematuros y niños que nacieron en su
tiempo, su estudio (Rose y cols., 2008)
evidencia cómo las habilidades a los 12 meses (atención, velocidad de procesamiento,
reconocimiento, recuerdo y competencia representacional) mediaron la relación
entre nacer antes de tiempo y el desarrollo mental a los 2-3 años, y cómo la
continuidad y el cambio en el procesamiento y la información de los niños entre
7-12 meses afectó a los resultados posteriores. Los resultados indican que
sobre todo dos habilidades básicas (atención y velocidad de procesamiento)
influyeron a las más complejas, las cuales influyeron individualmente a la
cognición posterior. De una forma parecida, Jansson-Verkasalo, Cˇeponiené ,
Valkama, Vainionpää, Laitakari, Alku, y cols. (2003), y Jansson-Verkasalo,
Korpilahti, Jäntti, Valkama, Vainionpaää, Alku, y cols. (2004) argumentaron que
las dificultades lingüísticas de los niños VLBW pueden ser el efecto de las escasas
habilidades en el procesamiento auditivo. De hecho, el procesamiento y la
categorización del estímulo auditivo breve y rápidamente cambiante es una de
las
Habilidades
básicas críticas APRA la adquisición del lenguaje. Las dificultades en esta
habilidad pueden causar déficits sucesivos en el desarrollo del lenguaje. Sansavini
y cols. (2007) realzó la influencia negativa de un nacimiento muy prematuro en
la memoria fonológica de trabajo, lo que puede resultar en un retraso en las
habilidades gramaticales.
Esta perspectiva también ha resultado útil interpretando las diferencias individuales en el desarrollo típico: las capacidades combinatorias tempranas dependen de las habilidades léxicas, y ambas influyen en las producciones sintácticas más avanzadas (Bates, Bretherton, y Snyder, 1988; Caselli y cols., 1999; Devescovi, & Caselli, 2007).
Esta perspectiva también ha resultado útil interpretando las diferencias individuales en el desarrollo típico: las capacidades combinatorias tempranas dependen de las habilidades léxicas, y ambas influyen en las producciones sintácticas más avanzadas (Bates, Bretherton, y Snyder, 1988; Caselli y cols., 1999; Devescovi, & Caselli, 2007).
Este estudio, por tanto, aspira
a evaluar el resultado del lenguaje en niños prematuros, considerando un número
de variables cuyos efectos pueden diferir en el tiempo. Más específicamente,
tenemos la hipótesis de que el efecto de factores biológicos (ser prematuro,
peso al nacer y género) y sociales (nivel de educación materna) era mayor
durante los estados de desarrollo temprano. Las variables biológica y social
influyen sobre la adquisición de las primeras capacidades comunicativas
emisiones comunicativas preverbales). En contraste, la adquisición de las
habilidades lingüísticas más avanzadas (habilidades combinatorias y
sintácticas) está principalmente afectada por las habilidades comunicativas
previamente adquiridas. En nuestro Studio, las capacidades lingüísticas y
comunicativas se evaluaron en cuatro estados del desarrollo: a los 14 meses,
cuando pronunciaban sus primeras palabras y balbuceaban y gesticulaban (en
particular, el uso de gestos con los
dedos como señalar) de forma usual; a los 24 meses, cuando las habilidades
léxicas están más avanzadas en el desarrollo típico (por media, los niños
italianos producen 160 palabras a esta edad, mirar Caselli, Pasqualetti, y
Stefanini, 2007); a los 30 meses, cuando se producían las primeras
multi-palabras en las frases; y con 36 meses, cuando adquirían categorías
sintácticas abstractas y los niños producían frases sintácticamente completas.
Para mantener la continuidad metodológica la edad los niños prematuros se
calculó desde el día del parto, incluso aunque normalmente no se use después
del final de segundo año de vida. Considerando que Menyuk y cols. (1991)
encontraron una competencia demorada fonológica, receptiva y productiva (medida
durante las sesiones observacionales) para los niños VLBW, con respecto a los
niños que habían nacido a tiempo en los primeros años de vida cuando se usó la
edad cronológica, pero no cuando las comparaciones se hicieron en base a la
edad corregida, es impresionante un descubrimiento del desarrollo tardío en
edades más avanzadas en los niños prematuros.
Método
Participantes
La muestra consistió en 36 niños italianos
monolingües y sus madres: 18 prematuros (grupo prematuro, GPM) y 18 niños no
prematuros (grupo no prematuro, GNPM) ajustados por edad (cronológica en GNPM y
gestacional para GPM); el citerior de participación para el primer grupo era un
peso al nacer de entre 750-1600
gramos (3 nuños eran ELBW, 13 VLBW y 2 LBW), una edad
gestacional de 37 semanas (3 niños eran EPT, 10 VTP y 5 MPT), y la ausencia de
complicaciones médicas pre y post natales (mirar tablas I y II). Los grupos GPM
y GNPM no diferían significativamente con respecto al género (Chi2
¼1.83, p5.176) o el nivel de educación materna (Chi2 ¼3.167; p5.205). Los
datos clínicos del entorno en el embarazo, nacimiento y el período perinatal se
obtuvieron de la Unità
di Terapia Intensiva Neonatale del Hospital de Bari (Italia), desde 2005-2007.
Procedimiento
Este estudio longitudinal incluyó muchas sesiones
con los niños, que fueron conducidas,
codificadas y analizadas en el laboratorio observacional del Departamento de
Psicología de la
Universidad de Bari (Italia). La edad corregida se usó para
el GPM; las edades de los niños se calcularon de los datos esperados de la
deliberación. El uso de la edad correcta durante los 2 primeros años de vida en
niños prematuros es un método comúnmente aceptado para comparar el desarrollo
de los niños prematuros y no prematuros en la misma edad de desarrollo (Wolke y
Meyer, 1999). En este estudio también se usó la edad corregida a los 30 y 36
meses, debido al diseño longitudinal, para mantener el mismo tipo de
comparación con los niños no prematuros, cuyas edades se emparejan con las edad
corregidas de los prematuros.
La evaluación
a los 14 meses de edad (T1). Para
verificar la ausencia de problemas serios cognitivos o motores en niños
prematuros y no prematuros durante la primera sesión; se midió el nivel mental
y psicomotor de los niños usando el ïndice del Desarrollo Psicomotor (IDP) de
las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil (Bayley, 1993) (seis niños no
prematuros perdieron la sesión). Siguiendo la evaluación psicométrica y mental,
las madres y los niños participaron en 3 sesiones interactivas grabadas en
vídeo, durante las que la madre alimentaba al niño.
La evaluación
a los 24 (T2) y 30 (T3) meses de edad.
Durante la segunda y tercera evaluación, las madres y los niños participaron en
una sesión de 30 minutos sin estructura y grabada en vídeo (2 niños prematuros
se perdieron la sesión grabada en vídeo de T3). Después de la sesión de
grabación del vídeo, a las madres se las invitó a rellenar la versión italiana
del Inventario de Desarrollo Comunicativo McArtur (IDC)- Primo
Vocabolario del Bambino, PVB (Caselli y cols., 2007) (un niño prematuro no
participó).
La evaluación
a los 36 meses (T4). Durante la sesión
final, el desarrollo psicomotor y mental se evaluó una vez más usando las
Escalas Bayley de Desarrollo Infantil (Bayley, 1993), y se grabaron otras
sesiones de 30 minutos no estructuradas de vídeo (un niño prematuro y tres no
prematuros se las perdieron).
Durante al primera sesión (T1) los vídeos se
grababan en casa. Esta sesión duró sólo 3 minutos. Durante las sesiones sin
estructura de 30 minutos condujeron a T2, T3 y T4, se usaron cinco series
diferentes de juguetes para mejorar un rango de vocabulario salvaje: una
granja, un set nurturista (un teléfono,
una muñeca con una cama, colchón y almohada), un set de comida (vegetales y
frutas de plástico, con pescados y embutido) y algunos libros ilustrados. A las
madres se las pidió jugar con sus hijos como siempre, e intentar llamar su
atención hacia los juguetes. El experimentador atiende a las sesiones de
grabación y puede participar si el niño o la madre se lo piden directamente.
Todas las sesiones grabadas en vídeo se transcribieron aun formato CHAT (Mac-Whinney, 2000).
La tabla III informa de la codificación y las
medidas para los diferentes tiempos de evaluación.
Instrumentos
Las Escalas
Bayley del Desarrollo Infantil (Bayley, 1993). El PDI incluye ítems que evalúan el control motor
de los niños, la coordinación, en balance, el movimiento dinámico, los
movimientos motores, la integración del motor perceptual y el planteamiento del
motor. El MDI se basa en el desarrollo de los niños en ítems que miden la
precisión sensorio-perceptual y la discriminación, la constancia del objeto, la
memoria, el aprendizaje y las habilidades de solución de problemas, las
habilidades psicolingüísticas,y las habilidades de generalización y
clasificación. Las dos puntuaciones Index obtenidas por PDI y MDI se usaron para
comparar a los grupos.
La versión
italiana del Inventario de Desarrollo de la Comunicación de
MacArthur- Primo Vocabolario del Bambino, PVB (Caselli et al.,
2007). La versión italiana del IDC se modeló lo
más estrechamente posible en la versión inglesa para tener un formato completo,
números y tipos de categorías léxicas, y el número de los ítems. La forma
italiana de niño pequeño (Parole e Frasi, correspondiendo a las Palabras y las
Frases del IDC) contiene una lista de producción de vocabulario de 670 palabras
divididas en 23 categorías, incluyendo nombres, verbos, adjetivos, funciones de
las palabras, efectos de emisiones, emisiones animales, gente, juegos y
rutinas, verbos modales, tanto como otras dos secciones dedicadas a la
evaluación de la producción morfológica y sintáctica. Sólo consideramos la
producción del vocabulario en este estudio.
Resultados
Desarrollo
psicomotor y mental
La tabla IV indica las puntuaciones obtenidas por
el GNPM y GPM en las Puntuaciones Psicomotora y Mental (Bayley, 1993) y 14 (T1)
y 36 (T4) meses de edad. En T1 la puntuación de los niños no prematuros estaba
entre los percentiles 16 y 18, mientras que cinco niños del GPM (28%) tenían
valores de desarrollo mental y psicomotor por debajo del percentil 25, cinco
niños (28%) mostraron un déficit sólo en el desarrollo psicomotor, y ocho niños
(44%) tenían un desarrollo típico con valores sobre el percentil 50. En T4 (36
meses), todos los niños que tuvieron un desarrollo no prematuro con límites
normales o que habían tenido un desarrollo acelerado, tenían puntuaciones entre
los percentiles 16 y 93, mientras que ocho niños prematuros (44%) mostraron un
déficit mental y psicomotor, con valores inferiores al percentil 25, y cuatro
niños prematuros (22%) mostraron sólo déficit psicomotor (tres niños) o mental
(un niño); seis niños (33%) mostraron un desarrollo típico (de esos seis, cinco
también tenían desarrollo típico en T1)
Primera etapa
del desarrollo de la comunicación
En
T1 (14 meses), la frecuencia de emisión en los grupos no difería
significativamente (mirar Tabla V); en esta etapa de desarrollo comunicativo,
ambos grupos usaban raramente la comunicación verbal. Por otra parte, no hay
diferencias entre ambos grupos en el uso de gestos, ni siquiera considerando la
frecuencia total o la frecuencia de diferentes gestos.
Desarrollo
léxico
Magnitud del
vocabulario. Sólo se usaron para
este análisis las evaluaciones en T2 (24 meses), T3 (30 meses) y T4 (36 meses).
La primer evaluación de habilidades cognitivas (T1), no se consideró para el desarrollo léxico,
porque, a esa edad, ambos grupos producían algunos tipos diferentes de palabras:
cuatro niños prematuros y ocho niños no prematuros producían sólo un tipo de
palabra. En T2 (24 meses), no hay diferencias entre los dos grupos en la magnitud del vocabulario (evaluados por el
cuestionario PVB, Caselli et al., 2007), pero para el GNPM fueron acreditadas
por las madres, en promedio, unas 100 palabras más que GPM (mirar tabla VI),
mientras que la magnitud del vocabulario de ambos grupos era comparable al
valor del rango italiano (Caselli et al.,
2007). En el GPM, sin embargo, había muchas diferencias individuales, de hecho,
seis niños (28%) tenían una talla de vocabulario inferior al percentil 10, y
cuatro (22%) por debajo del 25.
A los 30 meses (T3) había diferencias significativas
entre el GPM y el GNPM, con una antigua producción significativamente menor de
palabras. El nivel de vocabulario de GPM era inferior a los datos italianos
para los 30 meses de edad, con cinco niños (28%) con puntuaciones por debajo
del percentil 10 y cinco niños (28%) por debajo del percentil 25. Solo seis
niños (33%) de ese grupo tenían un nivel de vocabulario apropiado a su edad en
T2 (24 meses) y T3 (30 meses).
La evaluación del habla espontánea también confirmó
los datos obtenidos por PVB (Caselli et al., 2007). En T2 (24 meses) y T3 (30),
los niños no prematuros producían el doble de cantidad de diferentes tipos de
palabras comparados a los prematuros. Sin embargo, es importante notar que no
todos los niños prematuros mostraron un déficit rn el desarrollo del lenguaje
(mirar Figura 1); de hecho, sólo ocho niños producían un número de diferentes tipos
de palabras bajo el percentil 25 del grupo de desarrollo típico (39 tipos de
palabras en la sesión de 24 meses, 94 tipos de palabras en la sesión de los 30
meses).
En T4 (36 meses), la evaluación de las habilidades
léxicas de los niños que interpretaba un habla espontánea sólo mostraba que los
niños prematuros producían significativamente menos tipos de palabras que los
niños de desarrollo normal. Los ocho niños que mostraban un patrón típico de
desarrollo del lenguaje en las evaluaciones previas se les colocaba sobre el
percentil 25, produciendo más de 138 tipos diferentes de palabras.
Porque a los 36 meses (T4) la evaluación de la
facilidad léxica se representó sólo en el habla espontánea y en la literatura,
la habilidad de las madres para evaluar el lenguaje de sus hijos con el PVB (Caselli et al., 2007) se controlaba sólo por
desarrolladores típicos (mirar, por ejemplo, Salerni, Assanelli, D’Odorico, y
Rossi, 2007), investigamos esas variables correlacionando los datos obtenidos
en T2 (24 meses) y T3 (30) desde el habla espontánea (número de los diferentes
tipos de palabras) con los datos obtenidos por la significancia de los
cuestionarios (magnitud del vocabulario). La fuerte correlación entre el número
de palabras rellenadas por las madres en el cuestionario y el número de
diferentes tipos de palabras producidas por los niños durante la sesión de
grabación del vídeo indica que la respuesta de las madres era fiable (T2, 24
meses: r¼.787, p5.001; T3, 30 meses: r¼.655, p5.003).
Desarrollo
gramatical
En T2 (24 meses) ambos grupos diferían en la
duración de las emisiones, con los niños prematuros produciendo emisiones más
cortas, y el 84% de la producción total eran palabras de emisiones simples (P1).
Aunque era evidente que ambos grupos estaban aún en la fase de una sola
palabra, los niños no prematuros usaron una combinación de dos o tres palabras
en el 35% de sus producciones. Seis meses después (t3, 30 meses), más del 50% de
las emisiones producidas por loe niños prematuros estaban todavía en una sola
forma de palabra, mientras que los no prematuros estaban en una fase
combinatoria, produciendo muchas emisiones P2-3. En T4 (36 meses) las
diferencias entre los parámetros de %P2 y %P3 desaparecieron, pero el uso de
combinaciones complejas (%P4) era mayor para el GNPM, como evidencias las
diferencias en las emisiones mayores producidas por los niños de ambos grupos.
Relaciones entre el lexicón y el desarrollo gramatical
El análisis de las relaciones entre la medida de las
habilidades léxicas y gramaticales mostró relaciones significativas sincrónicas
y diacrónicas (mirar tabla VIII).
Los datos de la muestra de no prematuros confirma
que el que las habilidades gramaticales emerjan a diferentes niveles de edad
está relacionado con el nivel de vocabulario. Por otra parte, el nivel de
vocabulario a los 24 meses (T2) predice el nivel de competencia gramatical
(%P2-3, %P4) que se alcanzaba 6 meses después (T3). Las capacidades
combinatorias más avanzadas, resultado de la producción de emisiones de cuatro
palabras o más, sin embargo, no estaban asociadas con el nivel de vocabulario
al mismo nivel, ni predecidas por las habilidades léxicas previas.
En GNPM también, los niños con el vocabulario mayor
eran aquellos que, con la misma edad, producían combinaciones simples de
palabras (%P2-3) con mayor frecuencia; por otra parte, el lexicón adquirido en
T2 (24 meses) se debía posiblemente al desarrollo gramatical (%W2–3) en T3 (30
meses) y T4 (36 meses). En este grupo la producción de emisiones de cuatro o
más palabras también aparecía relacionada con los desarrollo léxicos previos.
Perfiles
individuales de desarrollo en GPM
Los análisis previos sugieren una gran variabilidad
en los niños prematuros con respecto a las habilidades comunicativas y
lingüísticas consideradas. Un análisis cualitativo identificó tres perfiles de
desarrollo diferentes: cinco niños (28%) mostraron un desarrollo típico; cuatro
niños (22%) sufrían un déficit general, afectando a todas las áreas
comunicativas consideradas; nueve niños (50%) mostraron disonancia en el
desarrollo gramatical, pero no en el léxico
ni en el comunicativo.
Previsibilidad
del desarrollo del lenguaje
Los análisis previos mostraron que los niños
prematuros en nuestra muestra diferían de los niños no prematuros en el desarrollo
léxico y gramatical. Sin embargo, en el GPM encontramos una gran variabilidad y
diferentes perfiles de desarrollo, sugiriendo que la premadurez sola no puede
explicar el particular desarrollo de los niños individuales. Para evaluar el
efecto de los diferentes factores metimos en el informe cada paso del proceso
de la adquisición del lenguaje, y se realizaron series de análisis de regresión
lineal. Se llevaron a cabo para identificar la fiabilidad de los predoctores de
la habilidad lingüística a los 24, 30 y 36 meses. Como sugirieron Miles y
Shevlin (2001), un tamaño muestral de 40 sujetos es suficiente para identificar
un gran efecto con cuatro predoctores.
En el primer análisis, investigamos el efecto de
ser prematuro, el peso al nacer, el género y el nivel de educación materna en
el desarrollo comunicativo (frecuencia de emisiones pre-verbales por minuto en
T1, 14 meses). Los resultados mostraron que sólo ser prematuro tenía un efecto
significativo effect (t¼2.224; p5.05; R2 cambiada ¼.127).
Un segundo análisis consideró los efectos de ser
premature, el peso al nacer y el nivel de educación materna. El Índice de
Desarrollo Psicomotor en T1 (14 meses), y la frecuencia de emisiones
preverbales por minuto en T1 en el número de diferentes palabras (tipos) habladas
durante la sesión T2 (24 meses). A esa edad, sólo ser prematuro tenía una
influencia significativa en la primera producción de diferentes tipos de
palabras, calculando para el 15% de la varianza (t¼2.234; p5.05; R2
cambiada¼.151).
Un tercer análisis demostró este desarrollo
lingüístico en T3 (30 meses), medido por la proporción de emisiones con 2 o 3
palabras (%W2–3), que pudiera ser predecido no solo por si se es premature o
no, sino también por la commpetencia lexica alcanzada en el estadio previo del
desarrollo (i.e., en T2, meses) (Tabla IX).
Finalmente, observamos en nuestra muestra la
habilidad lingüística más avanzada: la producción de emisiones de cuatro
palabras o más (%P4þ en T4, 36 meses), que podría ser predecida por las
competencias léxicas y gramaticales adquiridas en los estadios previos (mirar
Tabla X).
Discusión
En la fase más temprana del desarrollo investigada
por nosotros (14 meses), no encontramos diferencias relevantes entre los niños
prematuros y los no prematuros, en el uso de gestos o en la comunicación vocal
prelingüística. Nuestros datos confirmaron los descubrimientos de Reilly,
Eadie, Bavin, Wake, Prior, Williams et al. (2006) y McComish (2008), quienes
demostraron un menos, aunque no significativo, uno de los gestos en la
población prematura, en contraste con lo obtenido en estudios centrados en la
cualidad de las emisiones prelingüísticas producidas por los niños prematuros.
Por ejemplo, Brown, Bendersky, y Chapman (1986) encontraron un déficit en el
comienzo del balbuceo y menores emisiones vocales en los niños prematuros. De
forma similar, Jensen, Boggild-Andersen, Schmidt, Ankerhus y Hansen (1988)
encontraron menos balbuceo a los 11 meses y a los 14. Sin embargo, como en
nuestro estudio, las habilidades comunicativas no diferían entre los dos
grupos. En la siguiente evaluación, a los 24 meses, el volumen del vocabulario
de GPM, medido por el informe materno, no difería significativamente del GNPM.
Este resultado está en la línea de Stolt et al. (2007), Menyuk et al. (1991; 1995), Marston et al. (2007), y Sansavini et
al. (2006), quienes encontraron diferencias
escasas o ninguna en el volumen de vocabulario entre los niños prematuros y no
prematuros a esa edad. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que los niños
prematuros probablemente usaron menos palabras de las que conocían en su habla
espontánea, en tanto que el número de las diferentes palabras que producían
durante las sesiones observacionales era significativamente más pequeño
que el producido por los niños no prematuros.
Con vistas a la competencia comunicativa
prelingüística, es posible que las variables que tomamos en cuenta no sean
representativas de la competencia comunicativa del desarrollo a esta edad o que
el breve período que tuvimos para detectarlos no fuera suficiente para obtener
evidencias de las diferencias entre los grupos. Teniendo en cuenta sin embargo
que los estudios previos (i.e., Marston et al., 2007; Stolt et al., 2007)
también detectaron pequeñas diferencias en la competencia léxica, podemos concluir
razonablemente que en la primera etapa del desarrollo del lenguaje, el espacio
del desarrollo debida al nacimiento prematuro puede no ser tan grande.
A los 30 meses, la competencia gramatical y de
vocabulario difiere significativamente entre ambos grupos. Sansavini et al.
(2006) encontraron que todos los niños prematuros en la muestra combinaban
palabras, pero sólo en nuestro análisis exhaustivo de la naturaleza de las
emisiones multi-palabra producidas por los niños se sugirió un lento desarrollo
de esta habilidad en los niños prematuros. Su habilidad para combinar dos o
tres palabras (P2-3) y sucesivamente, de producir emisiones más largas (P4) es
significativamente menor con respecto a los no prematuros, incluso a los 36
meses. Aunque estas medidas no permiten un análisis cualitativo de la
complejidad gramatical de las emociones, es, sin embargo, un buen índice de los
procesos lingüísticos en los que se basan los diversos estados del desarrollo
lingüístico (Bassano y van Geert, 2007). Estos autores postularon que una
fuerte dominancia de las emisiones P1 se asocia con un estado holofrásico, de
palabra única, del lenguaje. Es más, especularon que una dominancia de emisión
de P2-3 con estado de combinación simple del lenguaje, en las cuales no se requieren
necesariamente categorías sintácticas abstractas. También, finalmente, dieron
la hipótesis de que una dominancia de la emisión P4 corresponde a un estado más
sofisticado de desarrollo gramatical en el que se usan las categorías
productivas y los mecanismos sintácticos relacionales (Bassano y van Geert,
2007). Nuestros niños no prematuros demostraron estar en la fase combinatoria a
los 24 meses, con más del 50% de sus producciones dadas por emisiones de más de
una palabra. En cambio, la mitad de las producciones de los niños prematuros
eran producciones de una sola palabra, incluso a los 36 meses.
Aunque la habilidad para producir emociones
multi-palabra estaba demorada en los niños prematuros, no obstante, encontramos
las mismas relaciones entre el lexicón y la gramática incluso en el desarrollo
típico (Fenson, Dale, Reznick, Bates, Thal, y Pethick, 1994; Caselli, Bates,
Casadio, Fenson, Fenson, Sanderl et al., 1995; D’Odorico, y Fasolo, 2007). Las
relaciones predictivas encontradas entre la muestra de vocabulario y la
producción de frases multi-palabra era muy similar a la obtenida con los niños
típicos (Caselli et al., 1999).
Nuestros resultados parecen indicar que el
desarrollo del GPM está más demorado que el atípico. De hecho, los niños
prematuros obtenían puntuaciones similares a los niños no prematuros más
jóvenes, aunque después. De hecho, a los 30 y 36 meses de edad, el GPM usaba el
número de palabras que producen los niños típicamente desarrollados,
respectivamente, a los 24 y 30 meses de edad, indicando una demora de unos 6
meses. Incluso las evaluaciones de habla espontánea confirmaron los resultados
obtenidos (Caselli et al., 2007). Los niños prematuros emiten emisiones más
cortas y muestran una demora del desarrollo gramatical y sintáctico, con el 50%
de sus emociones siendo de palabras sueltas. Sin embargo, incluso en ese caso,
los niños prematuros manifestaron estas relaciones típicas entre el lexicón y
la gramática, incluso si sus competencias tenían una demora en el desarrollo.
La segunda parte de este estudio, centrada en los
factores que podrían afectar al resultado del desarrollo, y que pueden explicar
la gran variabilidad existente en el resultado de los prematuros. Las variables
principales consideradas en explicar los diferentes resultados de los niños
prematuros eran biológicas (Kern y Gayraud, 2007; Largo et al., 1986; Le
Normand y Cohen, 1999; Marston et al., 2007; Stolt et al., 2009) y sociales (Stolt
et al., 2007). Nuestra hipótesis es que el resultado desfavorable en el desarrollo
del lenguaje puede ser el resultado de un efecto cascada, en el que el
desarrollo alcanzado en la competencia comunicativa temprana influye en
habilidades lingüísticas más avanzadas. Un desarrollo atípico de las
habilidades básicas como atención y memoria se deben a un nacimiento prematuro
que podría influir negativamente en el desarrollo de las habilidades
comunicativas pre-lingüísticas. Los estados siguientes podrían sugerir un
contratiempo de doble pliegue, debido a las habilidades básicas comprometidas y
al compromiso de los estados del desarrollo temprano. Esta hipótesis se
confirma por el hecho de que la diferenciación entre el GPM y el GNPM sea significativa en estados más
avanzados del desarrollo del lenguaje (un resultado típico del efecto cascada),
tanto como los resultados de nuestros análisis predictivos. En los resultados
posteriores, las habilidades léxicas adquiridas a los 24 meses ayudaron a
explicar el primer estado de la habilidad para combinar palabras a los 30
meses, mientras que los posteriores se relacionan con el desarrollo sintáctico
siguiente.
Se requiere que estudios posteriores evalúen el
efecto diferencial de la variedad en los grados de prematurez, incluyendo las
subcategorías de los muy prematuros (edad gestacional de 528 semanas) y los
niños prematuros (edad gestacional de entre 29-37 semanas). Por otra parte, se
necesita un análisis más profundo de las competencias comunicativas
prelingüísticas (como la complejidad del balbuceo) para trazar una trayectoria
del desarrollo más completa desde el primer estadio de la comulación a las
competencias sintácticas más avanzadas.
La evaluación de los resultados requiere considerar
un número de límites en lo que concierne a la muestra de participantes. A este
respecto, aunque no se han encontrado diferencias estadísticamente
significativas en el género entre los grupos, un grupo tenía gemelas como
muchas chicas del otro grupo. Desde que las investigaciones previas indican que
las chicas tienden a un mayor desarrollo de las habilidades lingüísticas en
fases más tempranas que los chicos (Fenson et al., 1994), en investigaciones
posteriores el género debería tenerse en cuenta. Similarmente, estudios futuros
deberían llevarse a cabo con muestras mayores, para obtener datos más robustos
y para reducir la cantidad de datos perdidos.
Referencias
Bassano, D., & van Geert, P. (2007). Modeling
continuity and discontinuity in utterance length: A quantitative approach to changes,
transitions and intra-individual variability in early
grammatical development.
Developmental Science, 10, 588–612.
Bates, E.,
Bretherton, I. , & Snyder, L. (1988). From
first words to grammar: Individual differences and dissociable mechanisms. New York : Cambridge
University Press.
Bayley, N. (1993).
Bayley Scales of Infant Development (2nd ed.). San Antonio , TX :
The Psychological Corporation.
Bloom, P. (1994).
Language acquisition: Core readings. Cambridge :
MIT Press.
Brown, B. B.,
Bendersky, M., & Chapman, T. (1986). The early utterances of preterm
infants. International Journal of Language and Communication Disorders, 21,
307–319.
Caselli, M. C.,
Casadio, P., & Bates, E. (1999). A comparison of the transition from first
words to grammar in English and Italian. Journal of Child Language, 26, 69–111.
Caselli, M. C., Pasqualetti,
P., & Stefanini, S. (2007). Parole
e frasi nel ‘‘Primo Vocabolario del bambino’’. Nuovi dati normativi fra 18
e 36 mesi e Forma breve del
questionario [Words and sentences in the ‘‘First child’s vocabulary’’. New
normative data between 18 and 36 months for the long and short forms of the
questionnaire]. Milano: Franco Angeli.
Caselli, M. C.,
Bates, E., Casadio, P., Fenson, J., Fenson, L., Sanderl, L., et al. (1995). A
cross-linguistic study of early lexical development. Cognitive Development, 10,
159–199.
D’Odorico, L.,
& Fasolo, M. (2007). Nouns and verbs in the vocabulary acquisition of
Italian children. Journal of Child Language, 34, 891–907.
Devescovi, A.,
& Caselli, M. C. (2007). Sentence repetition as a measure of early
grammatical development in Italian. International Journal of Language and
Communicative Disorders, 42, 187–208.
Fenson, L., Dale,
P. S., Reznick, J. S., Bates, E., Thal, D. J., & Pethick, S. J. (1994).
Variability in early communicative development. Monograph of the Society for
Research in Child Development, 59, 1–185.
Jansson-Verkasalo, E., C ˇ
eponiene´, R., Valkama, M., Vainionpa¨a¨, L., Laitakari, K., Alku, P., et al. (2003). Deficient
speechsound processing, as shown by the electrophysiologic brain mismatch
negativity response, and naming ability in prematurely born children.
Neuroscientific Letter, 348, 5–8.
Jansson-Verkasalo,
E., Korpilahti, P., Ja¨ntti, V., Valkama, M., Vainionpa¨a¨, L., Alku, P., et
al. (2004). Neurophysiologic correlates of deficient phonological representation
and object naming in prematurely born children. Clinical Neurophysiology, 115,
179–187.
Jensen, T. S.,
Boggild-Andersen, B., Schmidt, J., Ankerhus, J., & Hansen, E. (1988).
Perinatal risk factors and first-year vocalizations: influence on preschool
language and motor performance. Developmental Medicine and Child Neurology, 30,
153–161.
Kern, S. (2003). Le compte
rendu parental au service de l’e´valuation de la production lexicale des
enfants franc¸ais entre 16 et 30 mois [Evaluation through parental report of
lexical development in French children from 16 to 30 months]. Glossa, 85, 48–61.
Kern, S., &
Gayraud, F. (2007). Influence of preterm birth on early lexical and grammatical
acquisition. First Language, 27, 159–173.
Largo, R. H., Molinari, L., Comenale Pinto, L.,
Weber, M., & Duc, G. (1986). Language development of term and preterm children
during the first five years of life. Developmental Medicine and Child
Neurology, 28, 333–350.
Le Normand, M. T.,
& Cohen, H. (1999). The delayed emergence of lexical morphology in preterm
children: The case of verbs. Journal of Neurology, 12, 235–246.
Lyytinen, P.
(1999). Varhaisen kommunikaation ja kielen kehityksen arviointimenetelma¨
[Finnish manual for the MacArthur Communicative Development Inventory, CDI]. University of Jyvskyl ,
Child Research Center
and Niilo M ki Institute. Jyv skyl: Yliopistopaino.
MacWhinney, B.
(2000). The CHILDES Project: Tools for Analyzing Talk (3rd ed.). Mahwah , NJ : Lawrence Erlbaum
Associates.
Marston, L.,
Peacock, J. L., Calvert, S. A., Greenough, A., & Marlow, N. (2007). Factors
affecting vocabulary acquisition at age 2 in children born between 23 and 28 weeks’
gestation. Developmental Medicine and Child Neurology, 49, 591–596.
McComish, C.
(2008). Mealtime communication and later language skills in premature infants.
American Speech-Language-Hearing Association Convention, Chicago , 20–22 November.
Menyuk, P.,
Liebergott, J., & Schultz, M. (1995). Early language development in
full-term and premature infants. Hillsdale , NJ : Lawrence
Erlbaum Associates.
Menyuk, P.,
Liebergott, J., Schultz, M., Chesnick, M., & Ferrier, L. (1991). Patterns
of early lexical and cognitive development in premature and full-term infants.
Journal of Speech and Hearing Research, 34, 88–94.
Miles, J., &
Shevlin, M. (2001). Applying regression and correlation: A guide for students
and researchers. London :
Sage.
Reilly, S., Eadie,
P., Bavin, E., Wake, M., Prior, M., Williams, J., et al. (2006). Growth of
infant communication between 8 and 12 months: A population study. Journal of
Paediatrics and Child Health, 42, 764–770.
Rose, S. A.,
Feldman, J. F., & Jankowski, J. J. (2005a). Recall memory in the first
three years of life: A longitudinal study of preterm and term children.
Developmental Medicine and Child Neurology, 47, 653–659.
Rose, S. A.,
Feldman, J. F., Jankowski, J. J., & Van Rossem, R. (2005b). Pathways from
prematurity and infant abilities to later cognition. Child Development, 76,
1172–1184.
Rose, S. A.,
Feldman, J. F., Jankowski, J. J., & Van Rossem, R.
(2008). A cognitive cascade in infancy:
Pathways from prematurity to later mental development. Intelligence, 36,
367–378.
Sajaniemi, N.,
Hakamies-Blomqvist, L., Ma¨kela¨, J., Avellan, A., Rita, H., & von Wendt,
L. (2001). Cognitive development, temperament and behavior at 2 years as
indicative of language development at 4 years in pre-term infants. Child
Psychiatry and Human Development, 31, 329–346.
Salerni, N.,
Assanelli, A., D’Odorico, L., & Rossi, G. (2007). Qualitative aspects of
productive vocabulary at the 200- and 500-word stages: A comparison between
spontaneous speech and parental report data. First Language, 27, 75–87.
Sansavini, A., Guarini, A.,
Alessandroni, R., Faldella, G., Giovanelli, G., & Salvioli, G. (2006). Early relations
between lexical and grammatical development in very immature Italian preterms.
Journal of Child Language, 33, 199–216.
Sansavini, A., Guarini, A.,
Alessandroni, R., Faldella, G., Giovanelli, G., & Salvioli, G. (2007). Are early
grammatical and phonological working memory abilities affected by preterm
birth? Journal of Communication Disorders, 40, 239– 256.
Siegel, L. S.
(1982). Reproductive, perinatal, and environmental factors as predictors of the
cognitive and language development of preterm and full-term infants. Child Development,
53, 963–973.
Stolt, S.,
Haataja, L., Lapinleimu, H., & Lehtonen, L. (2009). The early lexical
development and its predictive value to language skills at 2 years in
very-low-birth-weight children. Journal of Communication Disorders, 42,
107–123.
Stolt, S., Klippi,
A., Launonen, K., Munck, P., Lehtonen, L., Lapinleimu, H., et al. (2007). Size
and composition of the lexicon in prematurily born very-low-birth-weight and
fullterm
Finnish children
at two years of age. Journal of Child Language, 34, 283–310.
Wolke, D., &
Meyer, R. (1999). Cognitive status, language attainment, and prereading skills
of 6-year-old very preterm children and their peers: The Bavarian Longitudinal
Study. Developmental Medicine and Child Neurology, 41, 94–109.
No hay comentarios:
Publicar un comentario